viernes, 27 de agosto de 2010

EL TALA DE ANCHORENA-LAS MOSTAZAS-LA FLORIDA

EL ORIGEN DE UNA FORTUNA

PALACIO ANCHORENA 1902

El 24 de mayo de 1885 moría don Nicolás de Anchorena, dejando una herencia enorme. Explicar el origen de semejante fortuna no es tarea sencilla. Se hace necesario tener una idea del contexto histórico, social y familiar en el que se fue amasando. Juan José Sebreli sostiene la tesis de que la fortuna familiar se origina, como tantas otras, en la época colonial, con las "mercedes de estancia" (la palabra estancia deriva de estar, establecerse, o permanecer) otorgadas por el rey, basadas en el reparto de la tierra pública a quienes ocupaban y se establecían, resistiendo las durísimas condiciones imperantes. Estas mercedes se acentuaron después de la revolución de Mayo y tuvieron su mejor momento bajo el gobierno de Juan Manuel de Rosas, quien tuvo desde muy joven una estrecha relación con los Anchorena, con los que lo unía un parentesco además de las relaciones de trabajo. Analicemos en conjunto lo que dice la historia contada desde tres puntos de vista: el del historiador Andrés Carretero, autor de "Los Anchorena: política y negocios en el siglo XIX"; el del sociólogo Juan José Sebreli autor de "La saga de los Anchorena", Ed. Sudamericana, 1985 y el de Carlos Ibarguren, historiador y miembro de la familia Anchorena:

El primer Anchorena que llegó a estas tierras, Juan Esteban de Anchorena y Zundueta, nacido el 15 de febrero de 1734, era hijo de Domingo Anchorena Elía y de Juana Fermina de Zundueta.


Para Juan José Sebreli, aquel Anchorena que llegó de 17 años al virreinato en plan de "hacer la América", era un 'segundón' (al no ser primogénito, así eran llamados los hijos menores) de clase media pobre, a quien le tocó en suerte "una ciudad de segundo rango como la Buenos Aires del siglo XVIII, en lugar de Méjico o Lima, los grandes centros de aquel entonces".

Juan Esteban instaló una pulpería en 1767, en un contexto socioeconómico en el que la población de Buenos Aires se dividía entre 'vecinos'- algo así como patricios- y 'estantes' -comerciantes, profesionales y jornaleros-. Según Sebreli, "detrás del mostrador del tendejón, Juan Esteban hizo sus primeros contactos con los grandes señores que lo ayudarían en su ascenso".

Carlos Ibarguren considera ofensivo que un ancestro suyo "pueda haber estado en mangas de camisa detrás de un mostrador". Había un dependiente, asegura. "Y Juan Esteban se ocupaba de realizar transacciones de mayor cuantía mostrando un formidable espíritu de empresa gracias al cual acumuló enormes ganancias en dinero y bienes de capital que acrecentarían después, en mayúsculas proporciones, sus tres hijos y más tarde recaerían por herencia en los numerosos descendientes de ellos".

Juan Esteban se casó con una criolla de familia arraigada, doña Romana Josefa López de Anaya, el 4 de septiembre de 1775. Y es esta unión la que marca el comienzo de la historia de los Anchorena en nuestro país.

A partir del esforzado Juan Esteban, padre de Tomás Manuel, Juan José Cristóbal y Mariano Nicolás, llegan al siglo XIX con una gran fortuna. En 1815, dice Andrés Carretero, ya habían podido comprar varias propiedades en la ciudad, tenían una quinta para ir a pasar los veranos y compran el primer campo con el asesoramiento de su primo Juan Manuel de Rosas. Hay noticias desde 1813 en que hubo tierras ocupadas en la comandancia del Tuyú, en El Tala o Las Dos Islas por Lorenzo López. Don Lorenzo López provenía de una familia ganadera con campos en Pilar que había peleado durante las Invasiones Inglesas de a caballo en el combate de Perdriel. Allí tuvo una destacada actuación al salvar a su jefe Don Martín de Pueyrredón, cuyo caballo yacía muerto, montándolo en ancas del suyo. Fue López también administrador del abasto de Santo Domingo.

En 1819 se le otorgaron en merced estas tierras, quien las vendió a Juan José Cristobal Anchorena y Nicolás Anchorena en el año 1821, quienes también eran ya propietarios de grandes extensiones de tierra en la provincia de Buenos Aires.

ETAPA FEDERAL DE "EL TALA"

Retrato de Don Roque Baudrix, el mayordomo de los Anchorena que fue Juez de Paz, Comisario y Jefe militar en la Comandancia de Monsalvo entre 1835 y 1848, con sede en El Tala.

Juan Manuel de Rosas, primo de los Anchorena, fue primero capataz, más adelante mayordomo y, a partir de 1821, administrador de Las Dos Islas, Los Camarones y El Tala. En 1824 incrementaron su propiedad con 48 leguas cuadradas de Lomas de Góngora. Con el propósito de consolidar y reforzar los puestos de frontera, el gobierno de la provincia designó en 1825, una Comisión Demarcatoria de esta zona, presidida por Juan Manuel de Rosas e integrada por el agrimensor Felipe Senillosa, encargado de la medición y amojonamiento de los campos. Partieron de Buenos Aires hacia el fuerte de Kakel y tierras del Tuyú 60 peones en tres carretas cargadas con útiles y víveres y se instalaron en “El Tala”, el 28 de diciembre de 1825. Allí residió Rosas en 1826.
Nicolás de Anchorena junto a su hermano Tomás Manuel, defendieron del proyecto que otorgaba a Rosas la suma del poder público. Eran los hombres de confianza del Restaurador, y bajo su protección acrecentaron su fortuna. Fue tal esta fortuna que en 1836 Nicolás se quedó con el edificio de la Recova Vieja, que se levantaba en medio de la actual plaza de Mayo, por 250.000 pesos, como reembolso de la suma que había prestado al gobierno.

EL TALA - MATERA

Hasta 1830 había sólo tres comandancias en la provincia: Monsalvo, Azul y Tandil.

En 1839, debido a la Sublevación del Sur, se creó el Partido del Tuyú con la partición del de Monsalvo para un mejor control, ya que en “San Simón” de Alzaga se había establecido un cuartel insurrecto a las órdenes de José María Otamendi.

Al dividirse Monsalvo, Rosas regaló tierras a su antiguo mayordomo Roque Baudrix con el encargo y el poder de organizar el Tuyú como Juez de Paz, Comisario y Jefe del 2º y 3er escuadrón del Regimiento 5º en el recién creado partido. Así se armó nuestra primera estructura de gobierno.

Baudrix dio aviso de los preparativos y hombres implicados en la sublevación de los hacendados, lo que lo obligó a alejarse de El Tala y refugiarse en otro de los campos de Anchorena, donde permaneció escondido. El Tala era una especie de cuartel general donde convergían todas las postas, chasquis, caminos y comisiones militares que vigilaban la región, lo que le confiere el carácter de sitio histórico. Era fácil desde allí estar al tanto de lo que ocurría y se tramaba.



 
Baudrix comandaba a la par que organizaba los negocios de los Anchorena junto a Gervasio Rosas, hermano del restaurador. Cuando los sublevados- Los Libres del Sur que partían de las estancias de la zona rumbo a Dolores - pasaron por la posta de El Tala, apresaron a don Gervasio y lo mandaron prisionero a La Esperanza , que por esos años pertenecía a Sanchez y Cía., en el paraje denominado Divisadero. Don Benjamín Zubiaurre había sido soldado del tercer tercio cívico a las órdenes de Rosas en los sucesos anárquicos de 1820, bajo el gobierno del General Martín Rodríguez y peleaba aún para Rosas y los Anchorena.


En 1840 fueron derrotados los Libres del Sur y perseguidos por el sanguinario degollador Juan Durán a las órdenes de Prudencio Rosas. Atravesaron estos campos los revolucionarios, buscando refugio en los Montes Grandes. Llegaron las represalias para con sus familias y sus bienes y se saquearon las estancias de los terratenientes sublevados, haciéndose de un cuantioso un botín.

En el Juzgado de Paz de General Madariaga se pueden leer las órdenes del Juez Roque Baudrix al regreso de los soldados de estas correrías:

*Traer todo lo embargado de la estancia del salvaje unitario Anselmo Sáenz Valiente (Macedo) e invitar a los vecinos a hacer ponencias en el remate.

*Levantar –en virtud de haber negociado la entrega de tropas para pagar a los indios – el embargo que pesaba sobre las estancias Laguna de Juancho de Alzaga y Loncoy de Herrera.

*Pagar la ayuda a los “indios amigos” con dos tropas mensuales de “300 animales gordos”. Los campos de los vencidos que habían sido embargados y puestos bajo administración de los juzgados, eran los usados para esta “saca”.

*Los salvajes unitarios eran entre otros Agustín Acosta, estancia La Rosa de Monsalvo, Sáenz Valiente, estancia Macedo del Tuyú y otros muchos propietarios de campos que habían participado en la rebelión de Dolores. En ese momento eran quienes soportaban persecución política y exilio.

Esta “saca” extinguió la famosa caballada cimarrona de los Montes Grandes, como revancha sin futuro, avariciosa y vergonzante que enriqueció a los gobernantes mientras saqueaban la zona con su disfraz ideológico. Esta situación se extendió hasta la derrota de Rosas en Caseros, luego de la cual a cada propietario le fueron devueltas sus tierras.

El último Juez de Paz con asiento en El Tala fue Florentino Gómez, quien, con el comisario Mariano Terrero, efectuaba las “sacas” y perseguía a los vagos, a quienes mandaba engrillados al cuartel de Santos Lugares, a cuidar la frontera con el indio.

ETAPA POSTERIOR A CASEROS
REPARTO POR SUCESIÒN

Después de su derrota en Caseros en 1853, Nicolás de Anchorena abandonó a su pariente, y al decir del mismo Rosas, corrió a "colgarse de los faldones de la levita de Urquiza". Privaron en él sus intereses de porteño, ya que junto con otros antiguos federales rosistas, se puso del lado de los que rechazaron en Buenos Aires el Acuerdo de San Nicolás, concertado por inspiración de Urquiza entre todos los gobernadores del interior a fin de reunir el Congreso Constituyente que organizara definitivamente la nación.


En la cláusula 24 de su testamento redactado y escrito de su puño y letra, Juan Manuel de Rosas consigna en 1862 un crédito de 78.544 pesos contra los señores Juan José y Nicolás Anchorena correspondiente a " el precio de mis servicios y de mis gastos en su beneficio pues les fundé y cuidé varias estancias en los campos entonces más expuestos" entre 1818 y 1830. La fecha se explica porque, al acceder Rosas por primera vez a la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires en 1829, debió alejarse del trabajo rural.

Además de esta relación de trabajo, hay documentos que prueban una actividad de especulación llevada a cabo entre el "mayordomo" de los Anchorena y sus ricos patrones. Carlos Ibarguren cita, por ejemplo, una carta de su archivo donde Juan José de Anchorena escribe a Rosas:

-"Creo que habrá en la campaña mucho miedo a los indios; por tanto Ud. Vea si algunos tímidos dan ganados baratos y compre tres mil o cuatro mil cabezas para nuestras estancias. Quien no arriesga no gana y ya ve si podemos hacernos de ganados baratos ¿por qué no hemos de arriesgar? "

Cuando se corría en la capital el rumor de posibles malones, los estancieros vendían sus reses y hasta sus tierras a precios muy bajos; y nadie más indicado que Rosas, en contacto con " la indiada" y moviéndose en la llamada "frontera", para conocer el humor de los indios e incluso para hacer circular estos rumores con fuerte incidencia en la bolsa.

Comprar campo implica dinero. Sin él, era imposible acceder a la posesión. Esto demuestra que para la época, los Anchorena tenían una fortuna sólida. El historiador Carretero sostiene que Rosas actuó en muchos casos como prestanombre. El compraba los campos y luego las propiedades pasaban a nombre de los Anchorena.

Afirma que de los tres hijos, mientras Tomás Manuel y Juan José Cristóbal se mostraban afectos a la política, Nicolás -una figura gris en esa área-, fue el verdadero artífice de la fortuna de la familia. El fue realmente quien dinamizó la fortuna a la muerte del padre, manejando con suma eficacia los negocios familiares.

Dice Carlos Ibarguren que, en 1857, se liquidó la sucesión de Nicolás de Anchorena al desligarla de la sociedad que tenían con los herederos del hermano Juan José Cristóbal. Juan y Nicolás, junto a su madre doña Estanislada, celebraron el convenio de división y participación de herencia, entrando cada uno en posesión individual de su parte en la masa común de bienes. A la Señora se le adjudicaron todas las fincas y terrenos en la ciudad, y a los hijos y el nieto de ella, las estancias y ganados. Recibiendo cada uno 24 leguas de campo y fracción, repartiéndose los ganados y cada heredero recibió una cuarta parte en dinero y documentos de crédito. En consecuencia, los herederos quedaron separados y los mayores pudieron trabajar sus campos por su cuenta y riesgo, haciendo adquisiciones particulares que nada tenían que ver con la testamentería.

1936 - SUCESIÓN CARLOS MADARIAGA - JOSEFA ANCHORENA DE MADARIAGA

En 1859 se termina el reparto del gran latifundio.


El Tala, de 11 leguas cuadradas le corresponde a Nicolás Anchorena.

“El Chajá” de 10.5 leguas cuadradas a Mercedes Anchorena de Aguirre.

En 1894 se divide El Tala entre los hijos de Nicolás quedando éste para Juan de Anchorena y La Florida para Aarón de Anchorena, cada uno con 5 leguas cuadradas y fracción.

En el mapa rural de 1929 figura el campo de Aaron de Anchorena, en Laguna las Mostazas, con 13.052 hectáreas, hallándose Juan María Bidou en posesión de 2500 ha. que llevan el nombre de “La Florida”.

En el mapa rural de 1956 se observa que la propiedad que fuera de Aarón de Anchorena ha pasado a ser propiedad del Banco Hipotecario Suizo Argentino.

La propiedad de Juan de Anchorena llega al año de la fundación, 1907, en manos de su hija y heredera, Josefa Anchorena de Madariaga.

DEL LATIFUNDIO AL ACTUAL MAPA RURAL

EL TALA HOY
Según datos que maneja Sebreli, en 1830 existían en la provincia de Buenos Aires 538 propietarios, mientas que diez años después, en pleno gobierno de Rosas, el número había disminuido a 293, los que se repartían nada menos que 8.600.000 hectáreas. Tras la caída de Rosas, el 12 de octubre 1858 se sancionó una ley que declaraba pública toda la tierra donada desde el 8 de diciembre de 1829 hasta el 2 de febrero de 1852; ley que nunca se puso en práctica. Pero el reparto de la tierra pública aún no había terminado: en el período comprendido entre 1876 y 1893, que abarca los años de apogeo de Roca, se enajenaron 42 millones de hectáreas de tierras públicas.


La enorme valorización de la tierra con la llegada del ferrocarril, multiplicó en forma asombrosa la fortuna de los propietarios que la habían adquirido prácticamente por nada o como prebenda de gobiernos amigos. Por otra parte, las vacas se multiplicaban solas, sin que hubiera que distraer fondos o tiempo en ello. "Los primeros latifundistas, allá por 1820, nunca sospecharon que esa tierra concedida por el gobierno por un precio mínimo, se valorizaría con el correr de los años de tal modo que sus nietos serían riquísimos sin el menor esfuerzo" - comenta Sebreli.

Para dar una idea de la vertiginosa valorización, Jacinto Oddone calcula que el precio de una hectárea en 1836 era de $0.42, mientras que en 1927 ascendía a $1.840.


En momentos de su mayor apogeo, a mediados del siglo diecinueve, los Anchorena eran dueños de más de 250.000 hectáreas de campo. Tan vastos eran estos campos y tan fácil la reproducción de los animales que se afirma que Nicolás Anchorena no conocía ninguna de sus estancias. Hacia 1930, diecinueve miembros de la familia reunían 378.094 hectáreas sólo en la Provincia de Buenos Aires. Asegura Carretero que, desde mediados hasta fines del siglo XIX, los Anchorena llegaron a tener tal cantidad de tierras que se decía que si querían ir desde Buenos Aires a Mar del Plata a caballo no necesitaban salir de sus campos.

Por último, la opinión de la historiadora contemporánea María Sáenz Quesada:

“Los Anchorena, cuya importancia data de los primeros años de historia nacional, no fueron los primeros ricos de la Argentina, pero sí figuran entre los primeros que conocieron el arte de perdurar. ¿Cómo lo lograron? Tal vez su secreto sea el de un hábil equilibrio entre la atención de los asuntos políticos y los de índole estrictamente económica.


Al principio su fortuna consistió en una importante firma comercial, más tarde en campos en la frontera. Versiones que circulaban en tiempos de la secesión porteña, hablaban de centenares de miles de cabezas de ganado. Ellos decían que no era para tanto.

MAPA DE SUCESIÓN DE EL TALA
Gracias a la relación del clan con su primo, socio y antiguo administrador, el gobernador Rosas, habían tenido fácil acceso a la propiedad de la tierra. Cuando ese gobierno cayó, ellos se trocaron en líderes porteñistas, enfrentados con la Confederación. Como nunca cometieron el error de dar prioridad excluyente a la política, no pagaron un precio excesivo por figurar en la historia, esa historia que los incluye en su página más gloriosa: el acta de la Declaración de la Independencia Argentina, que firma, entre otros, el diputado Tomás Manuel de Anchorena”

1910 - EL TALA FORMA PARTE DE LA PLANTA URBANA Y EL  PUEBLO Y COLONIA DIVISADERO SE LLAMÓ GENERAL MADARIAGA

1892
2006

Josefa Anchorena de Madariaga aceptó en 1910 la propuesta de Arturo Etchegaray y lo autorizó a fraccionar y rematar un esquinero de su campo para completar la planta urbana de General Madariaga en su sección sudeste.

Por mano y gestión de su esposo, el doctor Carlos Madariaga, donó la iglesia parroquial y terrenos adyacentes para plaza, un edificio valioso para escuela, la casa parroquial con el anexo donde funcionó un asilo. Durante diecisiete años donó Carlos Madariaga los alquileres del edificio de su propiedad donde funcionó la comisaría hasta 1934. Hizo traer de Francia un reloj que hizo colocar en la torre de la iglesia. En homenaje a su suegro Juan Anchorena, el Dr. Carlos Madariaga donó 8 manzanas para el parque de la ciudad que lleva ese nombre, donde hoy se realizan nuestras fiestas importantes. El Dr. Madariaga lo hizo parquizar, trajo las especies vegetales y costeó durante años el mantenimiento del mismo de su peculio. Toda esta tierra se ubica al sur de la avenida San Martín, dentro de lo que fue la fracción urbana sur o sector Madariaga.

Mientras todo esto sucedía, en sucesivas donaciones, contribuyó generosamente con más de 50.000 pesos para la construcción del Hospital Municipal y al sostenimiento de las instituciones de asistencia social.

ENTRADA A EL TALA
El doctor Carlos Madariaga tuvo siempre gran afecto por el pueblo, donde construyó su casa para pasar largas temporadas. Nadie ignoraba este sentimiento. Se lo llegó a considerar nuestro mayor benefactor, por lo que el municipio decidió honrarlo en vida asignando su nombre a una de las calles céntricas del pueblo en diciembre de 1934. Esta calle – donde se colocó una placa de bronce costeada por suscripción popular - había llevado el nombre de “El Tala” en el plano primitivo, el del campo familiar originario de la planta urbana. Hoy un boulevard lleva el nombre de ese establecimiento rural modelo y pionero en la historia de nuestra fundación.
DR. CARLOS MADARIAGA


                    JOSEFA ANCHORENA DE MADARIAGA


EL TALA HOY

El 16 de agosto de 1935 falleció el doctor Carlos Madariaga a los 75 años. Sus restos y el de su esposa Josefa Anchorena fueron trasladados en 1957 para el Cincuentenario del pueblo, a la iglesia por ellos donada.

Entramos por una larga avenida de eucaliptos. De pronto surgen las poblaciones: viviendas de encargado y peones con sus familias, antigua matera, añoso aljibe y una curiosa casita añosa y conservada que alimenta mi ilusión de ser la que albergara a Juan Manuel de Rosas en sus frecuentes visitas a la estancia de sus primos.


Más adelante aparece el casco, con su noble pátina. La puerta principal está custodiada por dos antiguos cañones. El parque, con variadas especies vegetales, está presidido por una gran piscina circular.


DOS  CAÑONES HISTÓRICOS GUARDAN LA ENTRADA
AYER Y HOY.DONDE VIVE LA HISTORIA





ESTANCIA LAS MOSTAZAS
• FORMABA PARTE DE “EL TALA” DE JUAN Y NICOLÁS DE ANCHORENA



• AL HACERSE LA SUCESIÓN CORRESPONDIÓ A AARÓN DE ANCHORENA


• FUE PROPIEDAD DEL BANCO HIPOTECARIO SUIZO ARGENTINO Y MÁS TARDE DE LA COMPAÑÍA ACAR.


• SE LLAMÓ “FORTINES AGRÍCOLA-GANADERA” HACIA LOS 60.


• FINALMENTE FUE ADQUIRIDO POR EL DOCTOR GONZÁLEZ AGUILAR.


• HOY ES SUCESORA SU ESPOSA, MARÍA CARLOTA CATALINA CHAPAR PIROVANO DE GONZÁLEZ AGUILAR.

PLANO CATASTRAL DE GENERAL MADARIAGA AÑO 1956 – “LAS MOSTAZAS” FIGURA A NOMBRE DEL BANCO SUIZO ARGENTINO


En 1859 se produce el reparto de El Tala por sucesión, en la que corresponden:


El Tala, de 11 leguas cuadradas a Nicolás Anchorena.

El Chajá de 10.5 leguas cuadradas a Mercedes Anchorena de Aguirre.

En 1894 se divide El Tala quedando éste para Juan de Anchorena y La Florida para Aarón de Anchorena, ambos hijos de Nicolás. Cada uno con 5 leguas cuadradas y fracción.

Mapa rural de 1929: figura el campo de Aaron de Anchorena, Laguna Las Mostazas, con 13.052 hectáreas. Un esquinero de 2.500 ha. se encuentra a nombre de Juan María Bidou, llamado La Florida.

Nos cuenta Miguel Alejandro Gartía que, debido a servicios prestados por el Sr. Bidou se le dio a elegir un trozo de campo, por lo que él señaló: “Aquella esquinita, nomás”, señalando el trozo de campo flor. Y así fue.

En el mapa rural de 1950 se observa que la propiedad que fuera de Aarón de Anchorena ha pasado a ser del Banco Hipotecario Suizo Argentino.
                                      El Casco
Llegamos temprano con la baqueana Graciela Elíe, atravesando muchos guardaganados y sin tener que abrir una sola tranquera. Era un día de sol hecho a medida, en la primavera del 2006. Primero la perrada, numerosa, mansa, en fila india, apurados como si tuviesen mucho quehacer. Preceden a los dueños de casa. Miguel y Eloísa aparecen a recibirnos con cortesía. Miguel Alejandro Gartía lleva 27 años en el cargo de mayordomo. Son altos, rubios, estilizados, de ojos celestes como este cielo de hoy. Entramos en la gran cocina de campo, con su mesa larga y su cocina económica prendida, donde nos esperan unos mates bien cebados y una conversación sin un solo bache.


Las casas originales tienen más de 100 años. Estamos en una de ellas.

-“Mi tía María Garmendia, que tiene 98 años, se acuerda de la sombrilla y las casas, que no eran nuevas” - dice Eloísa Garmendia de Gartía, miembro de una de las familias troncales del pueblo.

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VIEJO ARCÓN DE MADERA TALLADA

La sombrilla, cerca de la casa, es un refugio para proteger del sol a los caballos. Un techo de chapa redondo con un poste central. Apuntalada, pero allí está. La casa del mayordomo tiene además cinco habitaciones, baño, comedor y dependencias de servicio con un patio interior. Todos los ambientes dan al corredor con enredaderas. Al final, una despensa llamada “el cuartito de los quesos” donde se fabricaba y almacenaba este producto.

Seguimos caminando. Aparece el galpón de esquila, inmenso, con dos secciones, con su techo intacto y su piso de parquet donde se pueden ver unos agujeros bien redondos, en los que se fijaban las máquinas de esquilar. Está presente en espíritu una época en que se criaban ovejas por miles. De allí a la herrería, sin salir del pasado. La fragua grande, bien construida, yunque y mesa de trabajo, están silenciosos e inactivos, rodeados de hierros viejos que el tiempo ha pintado con un tinte rojizo.

Al lado, la cochera, con recados en caballetes, aperos colgados de ganchos y un bellísimo tonón de paseo comprado en la Media Luna, - un campo vecino - con barandas redondeadas acolchadas. “Muy suave al andar” –dice Gartía. Una joya bien conservada. Pienso que debiera estar presente para el festejo del Centenario…

Un sendero entre mimbres nos conduce a un sitio alejado de las casas que ahora no sé si es real o me lo imaginé: el saladero. Funcionó hasta más o menos los años cuarenta, dice Miguel. Sólido, utilitario, el saladero tiene tres piletones: dos más angostos a los costados, que se usaban llenos de sal. Al medio, donde se iban poniendo los cueros a medida que llegaban para cubrirlos con sal, el piletón grande, cuadrado.

“Hace 60 años las pilas de cueros cargados en chatas se llevaban atravesando el campo hasta la estación de Macedo para cargarlas en el tren que iba a capital”



Piletones del saladero
La casa de los patrones, de 1953, data de cuando salió la Ley del Peón de Campo en época de Perón. Esta ley obligaba al propietario a construir una casa para peones cuyas características estaban especificadas en sus artículos. Tantos dormitorios como fuesen necesarios por la cantidad de peones, roperos, baños azulejados con duchas, matera con sillones rústicos. Era cuando la estancia tenía 13.000 hectáreas y 12 puestos.


El comedor de peones, con su piso en damero blanco y negro, tiene una mesa de 5 metros con bancos con almohadones. La gran cocina azulejada a las moda de los 50, tenía su cocinera. Su apellido era Echaniz de Vitagliano, recuerda Eloísa.

Me dice Gartía que todos estuvieron muy contentos entonces con esas comodidades, pues antes los peones dormían en el galpón, sobre el recado. Veo vetustos arcones tallados, roperos de roble a tientas porque se han quedado sin sus lunas. Todo nos habla de una época de una gran población, con lecheras y tambo, carpinteros y herreros, reseros y esquiladores, peones, alambradores… Y aquí asoma otra vez la historia:

“Mi abuelo Garmendia vino con los primeros alambradores que llegaron al partido. Guardo el pilón con el que trabajaba. –herramienta para apisonar la tierra - Vamos a hacer una vitrina para el Centenario con otros objetos muy antiguos que están en la familia” – Dice Eloísa orgullosa. Y allí se me dispara adentro mi historia y rindo íntimo homenaje a mi abuelo sastre, del que guardo su tijera grande–gris-pesada con la que también trabajara mi padre. Mi hija la colgó en la pared de honor de mi casa en Pinamar, donde luce tan orgullosa y ufana como el pilón de los Garmendia.

De golpe, como planeada para impresionar, hace su aparición la Laguna de Las Mostazas. De un deslumbrante color turquesa, enorme, con sus totoras, sus gallaretas y sus cisnes de cuello negro, no puede ser más hermosa. Es redonda y reverbera como agitada por la pasión. Una alta barranca la rodea donde el parque termina a pique.

Recuerda el mayordomo que en el año 1979 la laguna se agotó por una seca muy prolongada y murieron todas las nutrias. No había quedado pasto, por lo que disminuyó la cantidad de hacienda. Luego vino una creciente en el 80 que arrasó con todo. La laguna estaba muy honda y con correntada. En ese momento reparamos en la pileta, donde atrevidos juncos han aprovechado un descuido para meterse y echar raíces en la tierra del fondo. Altísimas casuarinas y lambertianas añosas se mezclan con un ciruelo repleto de flores en el parque cercado con boj y transparentes.

A lo lejos, tras un cerco verde, aparece el escritorio, donde funcionó una escuela que ha dejado olvidado su escudo sobre una puerta junto a la cochera. Fue maestra Susana Pasini de Cima, cuyo esposo Luís era el empleado que trabajaba en el escritorio. Una historia de amor anudada entre libros.

Entremos. Antiguo mostrador, anaqueles repletos de libros, algunos en francés, biblioratos y libros de actas llenos de historia, graciosas butacas Luis XV esterilladas, escritorios muy severos y compuestos, un plano detallado y prolijo dibujado en un pizarrón en 1999 con los potreros, cada uno con su nombre y su uso. Leo los nombres de los vecinos y arrendatarios: Casasola, Méndez, Gartía, La Florida, El Cardal, Santos, Melón Gil, Arredondo, Uribelarrea, Jaureguiberry…

UN ANTIGUO PIZARRÓN OLVIDADO

Algunas de las historias escuchadas durante la charla:


-Hubo un capataz llamado Faustino Lezica, cuya esposa se llamaba Victoria Pitaluga. Tenían hermosos hijos. Vivieron como una familia feliz durante muchos años en Las Mostazas, apreciados por los vecinos de Madariaga. Hasta que, saliendo con su auto, Faustino atropelló a su hijita y ésta falleció. Nunca pudo reponerse de esta tragedia. Dedicado a beber, se alejó de su familia y del trabajo. Cierto día apareció de linyera por el campo y otro día cualquiera alguien lo encontró muerto en un campo. Perdura su recuerdo como persona grata, acompañado por su tragedia.
LA PILETA DE NATACIÓN OLVIDADA



_Cierta vez llegó, allá por los sesenta, el Che Guevara a la estancia. Andaba como escondido. Se quedó un tiempo, ya que era familiar de la señora Lezica. Todos lo recuerdan.
LA BELLÍSIMA LAGUNA LAS MOSTAZAS



_El patrón de la estancia, doctor González Aguilar- cuyas cenizas se encuentran sepultadas en el parque, en un cerco donde hay un olivo- era muy supersticioso y jamás aceptaba que se diera el número trece en nada. Ni en la mesa, ni en el campo, ni en la contabilidad ni en un corral. Cuidaba ese detalle, que llamaba la atención por ser él una persona culta. La familia hace ya más tres años que no viene al campo. La señora María Carlota solía salir a pescar sola en una canoa tipo kayac que está ahora en el escritorio. Cuando Gartía ve que llega y toma sus cigarrillos y la embarcación, sabe que necesita estar a solas. La laguna, su soledad, su aislamiento, tienen la virtud de serenar a las personas.
EL GALPÓN DE ESQUILA Y LA HERRERÍA


Van pasando los nombres de otros mayordomos anteriores: Tobles en la época del Banco Suizo, Goyo Baigorria, que de puestero pasó a capataz, Diez y finalmente Gartía, quien vino de la estancia vecina del Dr. Cova, donde había estado 20 años.

Hoy “Las Mostazas” casi no tiene empleados. A pesar de que se trabaja la ganadería y se ha sembrado trigo por la conveniencia del momento, ya no es el poblado de 13.000 has. Las distancias al pueblo se han acortado, los caminos son buenos, y al no tener población, tampoco hace falta escuela. Pasa que ya no es necesario ni rentable tener una gran población para realizar la producción. Las maquinarias y transportes se contratan, el veterinario se ocupa de los animales, hace muchos años que no hay saladeros, ni ovejas, ni herrería, ni lecheras.

Con mi amiga baqueana Graciela salimos del túnel del tiempo. Aturdidas por el privilegio de haber podido pasearnos por el pasado en medio de tanta cortesía, nos despedimos agradeciendo a Miguel y Eloísa.
LA CASA DEL MAYORDOMO



ESTANCIA "LA FLORIDA" DE BIDOU"

UN BELLO CASCO ESTILO INGLÉS RODEADO DE UN JARDÍN MUY CUIDADO

“La Florida” era parte de los campos de Aaron Anchorena. Era el momento de la Argentina en que los campos se medían y vendían por leguas cuadradas. La hectárea no era por estos pagos de latifundios que se recorrían de sol a sol, una medida práctica para usar.

EL TANQUE DE AGUA CON LA MARCA DEL ESTABLECIMIENTO

Un día, antes de iniciarse el año 1813, Juan Manuel Bidou, asiduo de la estancia y amigo del dueño, propuso a éste comprarle una porción de 3200 hectáreas de su campo que le mostró en el plano, donde se veían muchas lagunas.

Cuenta la historia que Anchorena, algo alejado de sus posesiones en la provincia de Buenos Aires, ya que pasaba la mayor parte de su tiempo en Uruguay donde también tenía estancias, le vendió sin saber que eran las mejores tierras de su campo actualmente 2.500 has.

En 1928, cuando se construyó la casa, era mayordomo de La Florida -de aquellos que hicieron historia- don Agustín García. Muy conocido en el pueblo, lleno de amigos, era un Señor. Se dice que dirigió la construcción de la casa sin saber nada del tema. Le quedó tan linda, con tanto estilo que no sé si debo dar crédito a la versión. Lo cierto es que nació siendo una construcción moderna con todas las comodidades, con luz eléctrica y agua corriente.


El señor Bidou fue un hacendado de posición muy holgada que había logrado desde abajo, trabajando duramente desde su juventud junto a su padre y hermanos. Una serie de inteligentes y perseverantes inversiones dieron sus frutos. Además del campo especial que forma la estancia l “La Florida”, poseía otro similar en el partido de Dolores. Atendía personalmente sus establecimientos, secundado eficazmente por su mayordomo García.
A la muerte de Juan Manuel Bidou, La Florida fue heredada por su hijo Juan Carlos Bidou, a quien en Madariaga todos llamaban cariñosamente “Chango”.


Desde 1992 la estancia pertenece a dos personas del campo de la cultura: el pintor Jorge Magliano y su esposa la poetisa Dolores Etchecopar Leloir.


El parque tiene moreras péndulo, manzanos. cipreses, camelias, desnudas higueras, un tilo muy grande y el homenaje a la Virgen tan usual en las estancias de la provincia.

La antigua carnicería surge en el parque, conservada como testigo de los usos de antaño, cuando la estancia se autoabastecía con su producción.

El casco, datado en su arco de entrada en 1918, tiene tres casas de estilo inglés, construidas en 1928, con cenefas y techos de chapa rojos. En la que fuera su entrada principal, una avenida de agapantos de flores azules como lluvia llevan a una bella escultura de bronce que evoca una sembradora.

De allí se accede a un corredor con comodidades para disfrutarlo, que mira hacia el jardín de bellas especies florales. A la derecha se ve la pileta, un enorme depósito de agua con una antigua marca del establecimiento y la cancha de tenis.

En la antigüedad la casa principal tuvo nueve habitaciones. Hoy dos de ellas han sido convertidas en salitas de estar y juegos. La escuela Provincial Nº 10 funcionaba en uno de sus dormitorios, donde ejerciera la docencia Graciela Elíe de Ernalz, quien nos acompaña en esta visita, Ahora la escuela tiene su lindo edificio nuevo, sólido y de estructura similar al resto del casco dentro del parque del mismo, donde también funciona el jardín de infantes.
ESCUELA PROVINCIAL Nº 10

ANTIGUA AULA ESCOLAR

Es una casa hermosa, grande y bien conservada, equipada con calefacción central. El mobiliario de época, conservado con cariño, está rodeado de una decoración hogareña acorde, con piezas de anticuario de la imaginería religiosa, bellas tallas en madera doradas a la hoja, con buen gusto sin lujos. El living y el comedor tienen pisos de madera tarugada, cubierta en parte por tapices coloridos y alguna pared de un rojo enérgico.

Nos vamos de allí despedidos por quienes fueron nuestros amables anfitriones, la familia Etcheverry, actuales encargados de la estancia. La Florida es uno de los establecimientos históricos de General Madariaga. He podido apreciar una mano amorosa que cuida el acervo que el destino puso en su camino y ha sabido dotar de confort a la vivienda sin entrar en conflicto con su definido estilo estanciero tan preciado.

NOS VAMOS DE LA FLORIDA


ESTANCIA SAN ENRIQUE DE ROSA PEÑA

San Enrique participa de la historia grande del partido y de la provincia como parte de El Tala, cuando Juan Manuel de Rosas y sus primos los Anchorena eran quienes actuaban produciendo los hechos administrativos, políticos y militares de la región.



En 1910, al tiempo que Josefa Anchorena y Carlos Madariaga aceptaron el fraccionamiento de 2500 ha. de sus tierras en la estancia El Tala para el ensanche sudeste del pueblo, entraba a trabajar el señor Enrique Peña a la estancia con sólo 20 años de edad. Poco a poco se fue afianzando en aquél puesto y, a fuerza de tesón y trabajo, llegó a arrendarlo y finalmente compró las 300 ha. que forman actualmente San Enrique. Hoy ha tomado la antorcha su hija Rosa Peña.
EL HERMOSO GALPÓN DE SAN ENRIQUE

La casa principal está rodeada por un bello parque con árboles que la protegen y embellecen. Fue construida en 1905. Se conservan los muebles originales de principios del siglo pasado. Sobre paredes y mesas de oscura madera se ven objetos antiguos del trabajo diario: cencerros, frenos, tabas, enormes llaves. En la biblioteca un pesado libro muestra con orgullo el asiento detallado de las tareas diarias del fundador de San Enrique. Asientos de gastos, tareas realizadas, el clima, las ventas, van describiendo en forma cotidiana el desarrollo y el progreso.

Sus galerías techadas que en el pasado eran abiertas han sido cerradas, sólo la que pertenece al hermoso frente, amplio, con fuertes columnas cuadradas se abre hacia adelante. Dos arcadas altas, importantes, dan paso a la frescura de un corredor de piso de ladrillo por donde se asoman las largas ventanas de salas y cuartos.


Recuerda la propietaria su infancia feliz en la estancia, sus viajes de fin de semana desde capital para visitar a su familia cuando estudiaba, ya mayorcita. Actualmente regresa por lo menos una vez al mes, viajes que aprovecha para descansar, pero también para atender sus asuntos. Controla la hacienda, corta el pasto, cuida sus plantas. A sus hijas también les agradan estas estadías para cabalgar con amigos. Encargados de confianza como son Hugo y Graciela Hernández mantienen en buena forma el lugar.
UN CUARTO EN SA ENRIQUE

Llama mucho la atención el enorme galpón de esquila, de dos plantas, de ladrillo natural, con la casa de peones y matera adosada a un costado luciendo su alero y el alegre jardín. El galpón – en excelente estado de conservación - tiene un portón corredizo y altas ventanas. Se destaca arriba el soporte para la polea del granero donde se estibaba la lana. También se guarda la balanza donde se pesaban los lienzos. La cría de lanares hoy ha perdido vigencia en las estancias bonaerenses, por lo que estos objetos están aburridos en un rincón oscuro. Útil aún como todos los galpones, ya no es sin embargo escenario de grandes esquilas.




















EN EL GALPÓN SE VE EL SOPORTE DE LA POLEA DEL GRANERO
A UN LADO, VIVIENDAS DEL PERSONAL 

ESTANCIA SAN CARLOS
Sus propietarios actuales desde 1987, la familia de Alfredo Iribarren, adquirieron esta estancia derivada de El Tala de Anchorena a través de San Carlos de Madariaga S.A. el 6.1.87. Vendió Gloria Argentina Noguera Coton de Madariaga Anchorena quien a su vez lo había recibido de su esposo Carlos Juan Madariaga y Anchorena, incluido el 20.5.35 junto a sus hermanos en la declaratoria de herederos y adjudicación de los bienes de sus padres Carlos Madariaga y Josefa Emerenciana Anchorena de Madariaga. A esta última le había sido adjudicada la propiedad, en mayor extensión, también por vía sucesoria, el 31.12.1896.


Alfredo Iribarren, abogado de Buenos Aires, es el presidente y accionista con su familia de la Sociedad propietaria.

San Carlos está ubicada en el kilómetro 32 ½ de la Ruta Provincial 74. Originariamente constó de 2.950 hectáreas, que han sido incrementadas a 4.200, como resultado de algunas incorporaciones. San Carlos dedica aproximadamente una cuarta parte a la agricultura y el resto a la ganadería, a través de la raza Aberdeen Angus.

Fraccionamiento de El Tala según el plano rural de General Madariaga 1956

Al norte, lindando con el pueblo, los campos que fueran de Juan Anchorena, luego de Carlos Madariaga-fallecido el 16/8/35- y Josefa Anchorena, fraccionados por sucesión entre sus hijos:


*El Tala- María Mercedes Madariaga Anchorena de Bustos Morón. 4810 ha.

*San Enrique- María Carmen Madariaga Anchorena. 4078 ha.

*El Amanecer- María J. Madariaga Anchorena de Bustos Morón. 2904 ha.

*San Carlos- Carlos Madariaga Anchorena. 2940 ha.

Al sur, la fracción que fuese de Aarón de Anchorena figura a nombre de:

*Las Mostazas- Banco Hipotecario Suizo Argentino.13052 ha.

*La Florida-Sucesión Juan María Bidou-2551 ha.

ESTANCIA DON REMIGIO

Propiedad de don Remigio Bustos Morón por herencia familiar



En nuestra recorrida por las propiedades que conforman hoy las antiguas propiedades de los Anchorena, llegamos a Don Remigio. Nos lleva una historia conmovedora que sucediera en un puesto de esta estancia hace unos años.

PUESTO SANTA MARÍA

Recorriendo un tramo más de la ruta aparece el puesto llamado providencialmente Santa María. Pintado de rosa sangre de toro, como todas las casas de la estancia, con su cuidado entorno, la antigua morada de peones tiene un encanto especial. Crecen varios ombúes con su rotunda sombra y sus raíces protuberantes que protegen la casita datada en 1877. Un caballo blanco, indiferente, pace a su sombra.


Puesto Santa María
Somos amablemente recibidas – como se estila en nuestro campo - por el puestero de Santa María, quien nos lleva a la cocina siguiendo dictados ancestrales. Una espléndida imagen de la Virgen de la Inmaculada Concepción que domina en pequeño ambiente, dispara de inmediato la historia.


Cuenta nuestro anfitrión que, el 12 de diciembre de 2005, haciendo su recorrido habitual, divisó desde lejos un objeto inusual sobre el campo. Al acercarse vio esta imagen, asombrosamente intacta, con su vidrio sano, de la que aún colgaban algunos globos que se habían quedado sin aire. Al voltearla, apareció una inscripción que decía:

12 de diciembre de 2005

DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN

PATRONA DE TANDIL

“María, quédate con nosotros”

SI LLEGA A TU CASA ESTA IMAGEN, AVISANOS!!!

Pquia. Ssmo. Sacramento - Fte. Independencia 357

7000 – Tandil – (02293) 430760


Emocionado por haber sido elegido por la Virgen patrona de aquél puesto, justo en su día, se comunicó con el teléfono de la parroquia.

Así se enteró que todos los 8 de diciembre – fecha clave de la fundación de nuestro pueblo – la parroquia del Santísimo Sacramento enviaba al aire a su patrona para que bendijese con su presencia el sitio donde se posara.
María no eligió una gran urbe. María no eligió una casa poderosa, ni deseaba rodearse de ricos decorados. María quiso quedarse en aquel sencillo puesto de la pampa bonaerense para hacer compañía a una familia trabajadora.

El dato curioso e inesperado es que esta familia ha decidido compartir el altar destinado a la Virgen, ese lugar de honor, con una imagen de don Juan Manuel de Rosas. Surge entonces aquí, en el icono del legendario gobernador de Buenos Aires, otra devoción guardada por casi doscientos años en el seno de la familia propietaria, los descendientes de los Madariaga Anchorena. En la pared de esta cocina se puede leer un reconocimiento, una identificación empleado-patrón que fue tradición en nuestro campo. El patroncito Juan Manuel frecuentó estos campos y dejó su buen recuerdo.



ESTANCIA EL AMANECER

El Amanecer pertenece hoy a la señora María Josefa Bustos Morón Vda. de Casares. En una mañana de espléndido sol, nos encontramos con una confortable casa de campo en medio de un parque amplio donde las ovejas hacen el minucioso trabajo de mantener ese césped de un detonante verde. Canteros con flores, centenario alcornoques, y allá salen los caseros Baigorria con ese esperado sabor a amistad campesina. Recorremos la casa, que la familia habita en largos y plácidos veranos.


Es un museo destinado a recordar las epopeyas familiares. Toda la saga Madariaga está representada, desde sus orígenes españoles vascos. Allí surge la historia de nuestro pueblo, que lleva su nombre en honor al General Juan Madariaga, héroe correntino que luchara en las huestes de Urquiza


El General Juan Madariaga organizó de su peculio en escuadrón de Curuzú Cuatiá que luchó contra Rosas. Aquí nos surge una contradicción, entre la heredad de Don Remigio, con el cuadro del Restaurador y esta rama de la familia que desciende de un soldado unitario al que se rinde homenaje en estas paredes. Así es nuestra historia, con la que tenemos el deber de convivir y reconocer. Los hechos históricos no son revocables ni pueden ser negados. Las familias y las personas rescatan aquellas ideologías y héroes que le son caros y entrañables, se identifican y les rinden su homenaje con orgullo. Así debe ser.

EN LA PARED DE HONOR: DR. CARLOS MADARIAGA – JOSEFA ANCHORENA DE MADARIAGA – GENERAL JUAN CRISÓSTOMO LAUREANO MADARIAGA


Los Baigorria nos conducen después al galpón. Es sabido que la identidad de un campo se almacena en su galpón. Este guarda hermosos carruajes con la memoria de viejos trajines y antiguos viajes familiares. Amorosamente conservados, con sus herrajes pulidos, son postal del Centenario que pronto celebraremos.



Nos despedimos con el sentimiento agradecido de haber podido visitar un rincón de la historia cuidadosamente guardado a salvo del olvido. Hoy, que ya es mañana para este lugar histórico, tenemos en El Amanecer un testimonio insoslayable.




Nuestro adiós se lleva la visión de un  bellísimo parque que las ovejas mantienen corto; carruajes familiares amorosameente conservados, con sus herrajes que anidan a la tradición, un galpón "de los de antes" y una tranquera abierta con oferta de mate.
Patrimonio histórico invalorable, El Amanecer sigue en buenas manos.












8 comentarios:

  1. hola, soy celeste lombera la nieta de Oscar Alberto Altamirano y de Dolly Argentina Gonzalez que fueron puesteros de la estancia el tala.
    mi madre Monica Altamirano y mi tia Susana altamirano se criaron en esa estancia y estoy tratando de cumplirles ese gran sueño de volver a recorrer y sacar algunas fotos de esos lugares que permanesn en sus memorias,recuerdos de su infancia y parte de su adolescencia.
    Me tome el atrevimiento para ver si podemos ir a visitar la estancia.
    desde ya muchas gracias y espero su respuesta.
    Celeste Lombera

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  2. Hola:

    Me gustó mucho leer esta entrada. Soy una de las actuales propietarias de Las Mostazas y este artículo me permitió descubrir algunos datos que no conocía. Gracias.

    Una aclaración, papá, Juan González Aguilar no era supersticioso y sobre todo no tenía ningún problema con el 13, al contrario como había nacido un martes 13 le parecía un buen número.

    Saludos, María González-Aguilar

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  3. Hola Maria Cristina;

    ¿Por azár?, no porque me gusta investigar el pasado en general, te felicito he encontrado tu artículo sobre esta familia tan relevante en Argentina, muy interesante. El colocar las imágenes le permite a una transportarse a tiempos y destiempos hermoso lugar!

    Gracias por compartir. Saludos cordiales desde Quito-Ecuador.

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  4. he venido recientemente de la costa,y no sé cúal es el motivo que me indujo a desear información sobre sitios como gral Lavalle, gral Conesa, y gral madariaga,así surgieron los Anchorena, la estancia el Tala,y otras yerbas,gracias a los que ae encargaron de volcar dicha informacíon,han sido artífices de gratos momentos

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  5. No solo es interesante y didáctico sino también marca el origen de esta próspera y bendita Nación .
    Visionarios y arriesgados que en el medio de malones y razias indígenas se asentaron en estas tierras de frontera y durante casi un siglo marcaron el límite de la civilización ríoplatense con el indio que se resistía a ceder su territorio natural.
    Así se escribió la historia de nuestra patria donde los Anchorena ; los Alvear , lo de Alzaga ; los Ortiz de Rosas; los Saavedra ; los Sáenz Peña los Unzue y muchas cientos de familias mas forjaron las bases de una potencia agro exportadora ejemplo para el mundo hasta 1930 tierra de paz y progreso indefinido que abrió sus puertas a millones de inmigrantes italianos españoles árabes judios franceses alemanes ingleses suizos daneses suecos holandeses japoneses que hicieron grande y rica a esta bendita tierra Argentina

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  6. Una informacion muy importante,de interes personal ,ya que muy pronto ire a vivir a esta hermosa ciudad que es Gral. Madariaga.

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  7. Que lindo leer todo esto ! Soy bisnieta de Carlos y Josefa. Cada vez que voy, paso pod la iglesia a rezarles y agradéceles. Llevo como 2do nombre Josefa en honor a ella. Mamá nos contaba sobre la bondad de ambos . Hoy nos toco en amanecer y ser parte de esta historia es un orgullo. Gracias por tan linda nota !!!

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  8. Buenas tardes. Muy Interesante y detallada la información. Doña Josefa Anchorena de Madariaga figuraba como propietaria de un campo en el Sur de la Provincia de San Luis, Departamento Gobernador Dupuy. Lamentablemente no se como adjuntar la parte del plano antiguo que muestra esa propiedad. Si alguien conoce sobre estos datos me interesaría aportarle información. Atte. Arnaldo Fabian Lucioni Carossia Madariaga Heider

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