martes, 17 de agosto de 2010

ESTANCIAS DE LOS MONTES GRANDES SUCESIÒN ÁLZAGA-GUERRERO

ESTANCIA EL ROSARIO
HEREDADA POR ANTONIA GUERRERO DE ALBARELLOS EN 1897


VENDIDA A SU HERMANO MANUEL GUERRERO.

HEREDADA POR SU HIJA VALERIA GUERRERO y CÁRDENAS

Cuenta Valeria Guerrero de Russo en su libro “Surge Pinamar”, que en 1970 llegaron a El Talar unos empleados de una compañía americana a avisarles que tenían orden del gobierno argentino de hacer sondeos en la Laguna del Rosario para saber si había yacimientos de petróleo. Luego de las exploraciones les comunicaron que no se había encontrado nada, pero las detonaciones realizadas mataron todos los pejerreyes - unos matungos de tres y cuatro kilos - que había allí en cantidad. Ellos habían sembrado años atrás alevinos adquiridos en Piscicultura de Chascomús, de los cuales no quedó ninguno. En el momento de escribir el libro – 1978 - se aprestaban Valeria y su esposo a resembrar nuevamente la laguna.



LA LEYENDA QUE LE DA EL NOMBRE A LA ESTANCIA

Por Cuero Crudo, el Narrador del Tuyú

Cuenta la tradición que, allá por 1820, se mandaron a construir algunos fortines en esta zona con el objeto de retirar las tribus nómades hacia el sur del país, ya que sus límites estaban allí nomás, donde hoy está la ciudad de General Pirán, en zona llamada "Arbolito". Hasta esta región llegaron carretas con enormes cargas de ladrillos, a tiro de buey, desde Chascomús.

Se levantaron tres fortines: Juancho Viejo, Invernadas y se cree que un tercero llamado La Porteña. Una vez finalizadas las construcciones, el gobierno le dio al General Alzaga la misión de poblar la zona y dispersar a la indiada merodeadora, la que, como se sabe, no habitaba esta zona de montes de talas y coronillos. Por temor a ser sorprendidos, los Pampas llegaban, atacaban en malón, se llevaban hacienda, mujeres, niños y víveres y desaparecían por un tiempo.

Contaba Don Serafín Goñi que a Invernadas trajeron a poblar a un tal Ramón San Millán - soldado del famoso "Manco Paz" - con toda su familia: su esposa, Doña Eufrasia López, dos hijas casaderas y varios hijos ya mayores. El padre de Don Serafín le arrimó, por orden del general Alzaga, una majada y tres lecheras. Las hijas se casaron con gauchos de la zona acrecentándose la población.

En 1828 sufrieron la primera embestida de un malón al que, con gran valor, pudieron rechazar don Ramón y familia.

En 1830 la indiada del cacique Arbolito arrasó con los fortines de Invernadas y Juancho Viejo. Asesinaron a don Ramón y a uno de sus hijos. El resto de la familia se refugió monte adentro. Poco después fueron ultimados por las lanzas de un grupo que se internó entre los espinosos matorrales, salvándose sólo una de las chicas. La familia, que había huido con un cofre de cuero con piezas de plata y oro, producto de tantos años de duro trabajo montaraz, alcanzó a ocultarlo al pie de un tala al que habían marcado colgándole un rosario en una de sus ramas bajas.

La joven fugitiva, en medio de su tremenda aflicción, le contó al padre Castañeda este hecho y el cura - el mismo que, como su amigo, presenciara la ejecución de Dorrego - mandó una partida a buscar el tesoro escondido . Nunca se pudo hallar. Según se dice, una jovencita del lugar encontró el rosario y se lo llevó a su madre, pero no recordó dónde estaba colgado. Mucho se ha buscado y aún hoy hay quienes piensan que la laguna "El Rosario" - propiedad de la familia Guerrero, heredera de Alzaga - esconde un tesoro, maldito por la sangre derramada que traerá penas a quien lo encuentre.

Se comenta en fogones y cocinas, que un afortunado joven contemporáneo de General Madariaga, de apellido Islas, un día encontró el tesoro... No sé...se dice.
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CHARLES Y DOS MONTES
LA HERENCIA DE HÈCTOR MANUEL GUERRERO
ESTANCIA CHARLES
LAS PLANTACIONES FRUTALES

Héctor Manuel Guerrero concentró todas las actividades en esta estancia; incluso fue el lugar donde nació la forestación de Cariló.

Charles fue famoso por sus enormes plantaciones de manzanas y otros frutales, dotadas de los mayores adelantos técnicos conocidos en la época. Tenía máquinas puverizadoras para fumigar y un moderno galpón de empaque con cintas transportadoras y selección mecánica. Los obreros usaban uniforme y gorras vascas.


El polaco Carlos Sevlosky estaba a cargo del manzanar. Él y su esposa Amanda Coronel, según cuenta Teresa Guerrero, trabajaron toda su vida en Charles, allí se conocieron y Héctor Guerrero los nombra en su testamento.

Los cajones de embalaje llevaban una etiqueta con una manzana con la marca Charles (Una C que contenía una G más pequeña en su interior) ESTANCIA CHARLES – HECTOR M. GUERRERO – Juancho FCS

FRUTA PARA EL FERROCARRIL

Los cajones se transportaban apilados en chatas tiradas por 4 caballos hasta los galpones del ferrocarril en Juancho , de allí a la capital y por barco a Europa.


Charles llegó a producir un millón de kilos anuales y a solventar la plantación de los médanos de Cariló. También se producían membrillos, por lo que se instaló una fábrica de ese dulce.



La madera blanda para los embalajes salía de la propia producción.En Dos Montes, cerca de los médanos, Guerrero tenía una plantación de álamos y sauces en los bajos y bañados. Estos árboles se metían en el arenal y proporcionaban abundante madera para cajones.

En Charles trabajaban de 80 a 150 personas. La estancia se autoabastecía de su quinta, huerta, tambo y ganado. Tenía además almacén, escuela y apiario.

LA ANTIGUA PROVEEDURÌA

La producción de miel estaba a cargo de Pablo Stephan. Los envases tenían una etiqueta que decía MIEL DE ABEJA – GUERRERO HNOS. - Industria Argentina – ESTANCIA “CHARLES” – Juancho – FCNGR – y estaba ilustrada por un caballero medieval montado a galope tendido, con yelmo y ariete, quizá en alusión al apellido Guerrero.

CABAÑA CHARLES DE GUERRERO

TOROS

La Cabaña fue iniciada por Carlos F. Guerrero – hermano de Felicitas y padre de Héctor Manuel – quien trajo al país el primer toro Aberdeen Angus.

Me escribe Carlos Guerrero, propietario actual de Charles:   "También fue Carlos Francisco Guerrero el primer introductor de la raza Charoláis proveniente de Francia. Tengo en mi poder documentación para comprobarlo.

La Cabaña Charles, iniciada por él y su hijo Héctor Manuel, siendo la cuarta generación ligada al Aberdeen Angus. Soy sincero admirador de todas las cosas que ha hecho en el transcurso de su vida, tanto empresarial como política, su forma de pensar y de trabajar".

Heredada por su hijo Carlos (Charles), estuvo mucho tiempo en Juancho y luego fue trasladada a Coronel Villegas. Su hijo fue durante muchos años presidente de la Asociación Argentina de Aberdeen Angus.

Junto a la cabaña de toros inició Carlos Guerrero las de yeguarizos y lanares que sus descendientes continuaron, formando razas muy premiadas año tras año en las exposiciones.

LANARES

Los primeros borregos, de la raza Romney Marsh, fueron traídos de Escocia y con ellos llegó con sólo 15 años, Mumford, el escocés de cerrado acento que se ocupó de mejorar la raza durante años. Existen documentos que prueban la excelencia de las razas premiadas año tras año.

Héctor Guerrero inventó varios aparatos mecánicos para la explotación lanar por los que obtuvo el primer premio en la Exposición Rural compitiendo con sistemas extranjeros.

YEGUARIZOS


Carlos F. comenzó criando caballos de guerra para el ejército. De una manera inteligente y acertada, fue cruzando sangres y razas para lograr el caballo con las condiciones acertadas para cada trabajo: para artillería conseguía un caballo corpulento, para silla uno más estilizado. Con el tiempo esta raza, vendida en el país y en el exterior fue muy conocida con el nombre de “raza Guerrero o Charlera”.

Usó madres criollas y algunas cuarteronas para cruzar un valioso caballo árabe de circo o con el semental Morgan Lyon importado por Casares. El resultado fue una nueva raza, regeneradora, de lindas formas con una viveza superior al de pura sangre, perfecto para silla y resistente para la guerra, conservando la rusticidad del criollo.





DOS MONTES Y CARILÒ
CAMPAMENTO DE GUERRERO EN CARILÒ
En 1918 comenzó Héctor M .Guerrero, el proyecto de forestar los médanos. Primeramente arrancó desde tierra firme y luego fue haciendo una senda forestada, lo que es hoy la avenida Constancia, hasta llegar a orillas del mar, trabajo que le llevo casi 10 años. Saralegui, un viejo capataz de Héctor Manuel Guerrero, le contaba a Valeria Guerrero – prima de don Héctor, autora de una historia familiar - que la fijación de médanos, iniciada en Dos Montes, tardó doce años en llegar al mar. Cuando la explotación del manzanar se hizo antieconómica, se talaron los frutales, pero el monte de madera blanda de Dos Montes atravesó el cangrejal. Este atrevimiento vegetal terminó de persuadir a Héctor M. que debía fijar los médanos, buscando las especies que mejor sobreviviesen en la arena.

LA CASITA DE BUCHARSKY

Experimentó diferentes técnicas y probó con distintas variedades de plantas, pastos, y cañas, entre ellas un pasto importado de África que resultó muy positivo en la arena.

Con esta experiencia, avanzaron a ambos lados, primero al sur, luego al norte, plantando 500.000 ejemplares al año hasta que…llegaron al mar!

Diseñó un parque con la mayor cantidad de variedades posible, que pudiesen habitar los pájaros y las personas.

En 1918 pareció la idea de un loco. Las pocas personas que se forestaban lo hacían en tierra, nunca en arenas, expuestas a vientos y plagas. Compró plantas en diferentes lugares del país y del mundo, que llegaban por ferrocarril a la Estación Juancho, de allí al vivero y de allí a los médanos. Viajaban con sus panes de tierra a través de los montes y lagunas en unos carretones o chatas tirados casi siempre por siete caballos, con ruedas de madera.

Un ruso de nombre Igor Bucharsky instalado con su familia, fue quien lo ayudó a ganarle al desierto, a las hormigas, a la sequía, al médano viajero. El sauce y álamo que fueran cajón, comenzaron a trabajar de quinchados para retener el ansia de libertad de la arena. El viento hacía entonces el trabajo de elevar el nivel donde se deseaba más arena.


Igor era quien trabajaba con las chatas. Ordeñaba a la mañana y su esposa hacía el desayuno.

Recién en el año 1940 comenzó a tener idea de lo que había logrado, porque lo transmite en esta carta enviada a sus hijos que habían viajado por trabajo al exterior:

...” Plantaciones de los Médanos: Aunque estaba en el programa de VDS, estudiar este asunto un poco de paso, creo que tendrán que arreglárselas como para tener tiempo de hacer un estudio bien a fondo del asunto. Este problema es de gran importancia para mí y le estoy prestando cada vez más atención. El asunto plantación de los médanos va tomando cada día más importancia y espero que con la ayuda de Uds. pueda realizar lo que yo creo será “La obra de mi vida” ello siempre que el consabido Señor del cielo no se oponga”.


En 1941 Héctor Guerrero contrató al arquitecto Santiago Sánchez Elía para proyectar un loteo residencial. Luego de tres años de trabajo de su equipo, propuso una subdivisión en lotes grandes sin medianeras y calles que seguían el contorno de los terrenos, para lograr una baja densidad de población y alta calidad urbanística, con absoluto respeto por el bosque que se estaba logrando.

Su obra fue continuada por Héctor Eduardo Guerrero (Johnny), quien, secundado por sus hijos y hermanos, forestó los “limpiones” y llevó adelante la obra inmobiliaria de ese Cariló deslumbrante que hoy es prestigioso centro turístico.

Trabajo, cariño y esfuerzo que nos permite disfrutar hoy de ese bosque y mar en armonía con el hombre. Tal como sucedió con los animales de raza, el manzanar, las conservas y la miel, Cariló es un producto de calidad, cuidadosamente controlado y seguido en cada detalle por varias generaciones de la familia Guerrero.

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ESTANCIA JUANCHO VIEJO
A LA MUERTE DE LUIS GUERERO HEREDA SU ESPOSA ADELA PÉREZ DEL CERRO -  LEGADO A LOS SOBRINOS DE ÉSTA: JOSÉ MANUEL Y JORGE DÍAZ HERRERA, QUIENES VENDEN A PICARDO Y BIDOU - ACTUAL PROPIETARIO EDUARDO LOUGE





Es uno de los establecimientos de campo más antiguos del Partido del Tuyú. Juancho Viejo tiene origen en la adjudicación de 33 leguas tierras al general Félix de Alzaga en 1835. Su hijo Martín de Alzaga mandó a construir un importante casco que aún se encuentra en perfectas condiciones. Los rodeos de Juancho viejo, eran famosos en tiempo de marcación y señalamiento por la enorme cantidad de animales. Pero el gobierno, para cumplir sus pactos con los indios, sacaba a los hacendados dos tropas de 200 cabezas de vacunos y yeguarizos por mes, lo que ocasionaba una gran merma.



Ya hemos hablado del matrimonio de Alzaga con Felicitas Guerrero y del fallecimiento de ambos.


En 1873 Carlos Francisco Guerrero de 25 años - hermano de Felicitas –administraba la estancia Laguna de Juancho en vida de sus padres y por su encargo. Dice en su libro “Publicaciones prácticas de ganadería”:


“Tanto gobiernos como revolucionarios disponían a su antojo de los mejores caballos, tal fue caso en la revolución de 1874: de la estancia “Laguna de Juancho”, que yo administraba, sacaron los revolucionarios 1500 caballos de la acreditada cría de los Montes Grandes, propiedad entonces de mi señor padre. La yeguada criolla conocida como “de los Montes Grandes” se situaba en los partidos del Tuyú y parte de Ajó, debido a la excelente calidad de sus campos, a sus pastos suculentos y al abrigo de sus montes naturales. Eran sin duda los mejores caballos de toda América, grandes, corpulentos, resistentes y briosos. En el año 1873 empecé en la estancia “Laguna de Juancho a mejorar el caballo criollo, eligiendo lo mejor entre 12000 yeguas de la cría que dejó Martín de Alzaga”.



Hoy gran parte de Juancho Viejo se encuentra aún en manos de los descendientes de los hermanos de Felicitas Guerrero.


Luego del fallecimiento de sus padres, el casco y Laguna de Juancho fuen heredado por Luís Guerrero, con 6871 has. de campo.


Estaba casado con María Lavalleja, hija del famoso general uruguayo Juan Antonio de Lavalleja, integrante de la expedición de los Treinta y Tres Orientales. Tuvieron una hija, Cristina Guerrero y Lavalleja. A la muerte de su madre, Cristina heredó la mitad de la tierra. El padre quedó con el casco y el resto de la estancia.


En 1907, al fundarse la cabeza de partido, Juancho estaba arrendado a Federico Martínez de Hoz.


Luís Guerrero volvió a casarse más adelante con Adela Pérez del Cerro, pero falleció el flamante esposo a los tres días de la boda. Su viuda heredó Juancho que a su muerte quedó en manos de su hermana Elisa Pérez del Cerro de Dihel. Lo administraban Jorge y Ricardo Díaz Herrera, hijos de otra hermana, Manuela Pérez del Cerro de Díaz Herrera. A la muerte de Elisa, en 1968, heredaron los sobrinos que habían administrado Juancho. Con poco tiempo de diferencia fallecieron estos dos hermanos y Juancho Viejo fue heredado por los hijos de Jorge - José Manuel y Jorge Díaz Herrera - y los hijos de Ricardo – Elizabeth y Ricardo Díaz Herrera.



En junio de 1980 los Díaz Herrera vendieron las 1000 ha. y el casco a Enrique Fraga y su señora madre. Dos años después Fraga hace traspaso de la propiedad a Carlos Picardo y Juan Carlos Bidou. Desde 1986 pertenece a Eduardo Louge, su actual dueño.


LLEGANDO A JUANCHO




Desde la ciudad de Madariaga por la Ruta Nacional Nº 11, recorriendo 12 km, se llega a “Juancho Viejo” con su hermoso bosque de casuarinas, araucarias, acacias, ombúes y talas centenarios que resguardan el complejo de casas. Integrado por tres pabellones coloniales con grandes galerías y arcadas de influencia italiana del siglo pasado. El casco tiene hoy alrededor de 160 años. Lo mandó a construir Álzaga sin escatimar material ni esfuerzo, como se hacía entonces con la que debía ser el refugio de familias acostumbradas al bienestar de las ciudades del mundo con el agregado de pensar, temer y prevenir siempre la vecindad y posibles ataques del indio. Sus grandes arcadas de columnas cuadradas y vigorosas sostienen las galerías desde donde se escucha el silbar de los juncos de la laguna. Son tres edificaciones altas, con techos en azotea, con una arquitectura vagamente colonial a la que un patrón viajado había hecho agregar aires de villa romana. En el techo se junta el agua de lluvia que luego se volcará en el aljibe.

LA MIRADA SALE DE PASEO POR LA LAGUNA


Edificaciones menores completan el conjunto, como la cochera, fiel réplica de los pabellones de la casa patronal. Se conservan ruinas de enormes galpones de esquila y una noria de 80 m construida con elementos importados. Justificamos esta desmesura porque sabemos que en sus mejores épocas de prosperidad, cuando era uno solo hasta el horizonte, el establecimiento llegó a contar con 50.000 ovejas, 30.000 vacunos y 14.000 yeguarizos


Son muchos años de historias y leyendas, enmarañados entre fantasmas de viejos moradores, patrones, esclavos, peonadas y famosos mayordomos. No faltan en esta historia la tragedia, el mal de amores, las fiestas y los duelos, las bodas y los funerales, mecidos por talas, sauces y algarrobos en medio de fragores de guerra y épocas de bonanza pacífica y productiva. Una completísima fauna salvaje, de monte y laguna, aparece o se oculta, furtiva y a veces silenciosa.


Un aljibe que perteneció al cabildo de la ciudad de Buenos Aires, instalado por Martín de Alzaga en el patio de las casas, realizado en una sola pieza de purísimo mármol de Carrara con tallas de cabeza de león, aún luce su estampa aristocrática.


Estas construcciones fueron levantadas entre 1858 y 1860, por lo que tienen paredes de ladrillo y adobe de 70 cm. de espesor y sus ventanas con rejas de hierro, todo ello para esperar y resistir el ataque del malón. Los tirantes del interior y de las galerías, de más de 100 kg. cada uno, son de madera de ñandubay, traídos del norte argentino, sobre ellos reposan ladrillos blanqueados a la cal. A 50 mts. de los pabellones el terreno desciende formando una barranca para dar paso a la Laguna de Juancho, donde los juncos compiten en galanura con patos silvestres, gallaretas, flamencos y cisnes de cuello negro.


Los interiores, con pisos y techos de madera, son cálidos, serenos y austeros.


El hogar que preside y adorna la sala del pabellón principal es otra joya artística, con sus lanzas y leones en bajorrelieves de mármol, curiosamente parecidos al trabajo del aljibe.


Valeria Guerrero, sobrina y ahijada de Luís Guerrero, el heredero de Juancho Viejo, dice en su libro “Surge Pinamar”: “Quiero decir algo más sobre Juancho Viejo, adonde venía Felicitas, mi tía. Es el casco de todos estos campos y un lugar muy lindo y romántico.


Sus tres casas, edificadas al borde de una laguna, tienen algo de melancólico. Son de estilo colonial. Se diría que con influencia italiana, por lo alto de esos edificios con azotea y la amplitud de sus arcadas. Recuerdan esos antiguos palacios que se ven en Italia, en ciudades como Verona, Padua, Florencia. En el mismo estilo está construido el puesto de La Invernada y también La Postrera”… “Además hay grandes galpones donde se esquilaban miles de ovejas, una carnicería pintoresca por la forma de su techo, la casa del personal, de dos pisos, con una escalera muy bonita, de hierro a un costado y una baranda igual a todo lo largo”.



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LEYENDA SOBRE EL ORIGEN DEL NOMBRE JUANCHO


Poco antes de la rebelión de los hacendados en 1839, cuenta la leyenda que un esclavo negro liberto así llamado, se había conchabado en esa estancia de los Montes Grandes. Se encontraba cumpliendo tareas cerca de la comandancia de Monsalvo cuando, al pasar por una pulpería, observó la inminente partida de un escuadrón con órdenes de requisar caballos en los Montes Grandes, para los consabidos tratos de Rosas con los indios. Cabalgando fuerte, alertó a sus patrones que pudieron poner a salvo los mejores equinos en el interior de la estancia. Éstos agradecieron a Juancho mejorando sus condiciones de trabajo y paga. Pero esto trajo una consecuencia: Juancho se aficionó por demás a la bebida y comenzó a tener peleas provocadas por su ebriedad. Contaba por entonces el establecimiento con más de 300 hombres, algunos con familia que vivían en ranchos junto a la laguna, no lejos del casco. Juancho se puso camorrero y dicen que un día murió acuchillado. Su cuerpo nunca apareció. Algunos decían que había quedado en el fondo de la laguna luego de una de tantas peleas. Fue un secreto bien guardado por quienes – obviamente – lo conocían. A la laguna desde entonces se la conoció como Laguna de Juancho. Luego le fue dando nombre al paraje, a la estancia y hasta a la estación del ferrocarril.


Ni en sus sueños de gloria Juancho lo pudo imaginar...






EL CEMENTERIO DE LOS INDIOS


El famoso cacique Calfucurá llevó a su tribu en uno de los últimos malones hasta las puertas mismas de Buenos Aires. De regreso hacia el desierto, cruzaron por los Montes Grandes con más de 200 lanzas, haciendo un alto en los Montes Grandes sólo para pasar la noche. Algunos indios venían enfermos de tifus tuvieron tiempo de contagiar a varios peones de la estancia. La epidemia - se dice – se propagó dejando una mortandad de 60 víctimas, las que fueron enterradas en una fosa común a orillas de la laguna. El lugar se conoce actualmente como “Cementerio de los indios”, también como “Las sepulturas” No es tierra santificada; la superstición de la gente del lugar cuenta para el espanto que de noche suelen verse luces malas. No me parece raro que así sea, malas o buenas, los huesos – y allí los hay y muchos – suelen despedir cierta luminosidad por una reacción química con el aire, que sólo de noche se hace visible. Justo a la hora de los cuentos de fogón…



Está situado al fondo del monte que rodea el casco, dicen…donde la laguna hace un recodo a unos 100 metros. Allí se puede llegar con la guía de viejos narradores, que tratarán de ponerte los pelos de punta. Todavía está, en secreto guardado por mimbres y talas, la fosa común donde descansa un trozo de nuestra historia rural. Esta narración llegó a nosotros imprecisa y romántica como una leyenda.













LA INVERNADA
LA HERENCIA DE VALERIA GUERRERO Y CÀRDENAS

HEREDADA POR MANUEL GUERRERO Y RAQUEL CÁRDENAS EN 1907,LUEGO POR SU HIJA VALERIA GUERRERO CÁRDENAS , QUIEN DONÓ EL CASCO A LA MUNICIPALIDAD DE GENERAL MADARIAGA.



Valeria Guerrero, la primera biógrafa de la familia, cuenta de Felicitas Guerrero de Álzaga – “esa tía mía a quien no he conocido” - que no sólo era hermosa, sino también simpática, inteligente, expresiva y llena de gracia, y que se reveló como empresaria al hacerse cargo de sus cuantiosas propiedades. Era valiente: se venía a Juancho desde La Postrera en Castelli en su galera, con empleados y tropilla de caballos a campo traviesa, ya que no había alambrados ni caminos. Sabemos la trágica historia de esa tía, que determina que los Montes Grandes lleguen a manos del padre de Valeria y de sus tíos.

“La casa principal era Juancho Viejo y había dos puestos importantes: La Invernada y Martín García. Había otros puesteros, pero no sé en qué casas vivirían.”

Valeria, que era la hermana mayor, cuenta que vino a La Invernada desde Mar del Plata, a mediados de abril cuando tenía 12 años, alrededor de 1912. Viajó en el tren carreta con sus padres – Manuel Guerrero y Raquel Cárdenas – hasta Juancho. Estuvieron esperando en el almacén de la estación hasta que a la tardecita el capataz acercó el coche con cuatro caballos. Enseguida se hizo de noche y recuerda que el viaje fue largo. Comenta que nunca había visto campos tan extensos, donde la vista se perdía sin que nada se interpusiese.
1912

…”el camino casi no estaba marcado, era una huella a ratos, en otros ratos, sólo pasto y yo pensaba: ¿cómo no se pierde esta gente? Ya era noche casi cerrada cuando alcanzamos a divisar, en lo alto de la loma, la casa de La Invernada que, más que casa, parecía un fuerte, con esas paredes altas de ladrillo. Es impresionante esta mole de edificación, casi cuadrada, con sus enormes corredores, sola en lo alto, dominando el monte.

Pero me gustó mucho porque yo no imaginaba algo así. Bajamos y allí nos esperaban doña Ramona, la mujer de don Antonio Alvarez (el capataz que venía con nosotros) y sus chicos Enrique, Anita y Fernando;* algo menores que yo. Había también otros peones, hombres taciturnos, con sus bombachas y sombreros negros, de ala ancha, botas, pañuelo al cuello, el cuchillo a la cintura y una infinidad de perros de todos tamaños y razas que salieron ladrando como locos.

Nos llevaron a nuestros cuartos. La punta de la casa que da al Este papá la había hecho arreglar para hacerla más confortable. Le había puesto piso de madera y había abierto una ventana. Del otro lado había cerrado las arcadas y hecho otro cuarto más chico y un baño (con artefactos antiguos). El lavatorio tenía un armarito abajo y cerámicas de colores. El cuarto más chico fue para papá, que le gustaba vivir independiente, y mamá y yo dormimos en el otro, que era enorme. Habían puesto allí también una mesa para comer y escribir, con sus sillas y un aparador con ese juego tan conocido de loza inglesa Willow, que tenía todo el mundo en esa época, como cosa corriente, y que ahora no se encuentra más en ninguna parte. Si uno lo quisiera reponer, solamente encontraría algún plato suelto en los anticuarios.

….Sé que al lado de la casa no había mucho donde ir. Había un gran aljibe, muchos perros y todo monte de tala alrededor.

Lo que sí recuerdo, y no podré olvidar nunca, tal es la impresión que me causó, fue esa inmensa cocina adonde me fui a mirar cómo hacían el asado, en un fogón redondo, debajo de la gran campana. Todo estaba oscuro, no se veía nada de lo que había en ese cuarto tan grande. La única luz la daban el fuego encendido y un candil de cebo en un tachito puesto encima de un poste, al lado del fogón. Yo nunca había visto un candil.
1912

En la estancia – Valeria se refiere a La Raquel, donde pasaban sus vacaciones - había lámparas de kerosene, velas, luz de acetileno, así que me llamó mucho la atención esa forma de alumbrarse y más todavía cuando me senté en un banquito bajo que me ofrecieron y empecé a mirar en la penumbra a esos hombres sentados también en banquitos o en cabezas de vaca, pasándose el mate que cebaban con una pava toda negra de hollín, con movimientos lentos, sin decir una palabra, si no allá de tanto en tanto, una frase suelta que no necesitaba contestación. Así pasó el tiempo. No sé cuánto habrá sido, pero al menos una hora y media o dos, siempre igual, y yo estaba quieta también y cada vez más asombrada con algo que se me hacía tan raro, como de cuento. Parecía un cuadro, esa gente de campo a la antigua. No se les veía casi nada más que las caras y las manos a la luz del fuego y del candil. Lo demás, las ropas oscuras, las botas, se esfumaban en la oscuridad de la cocina, tal como en esos cuadros de Rembrandt que he visto después en los museos.

¡Qué recuerdos más lindos tengo de esa primera ida a La Invernada!”

Hoy el puesto de La Invernada con su casa histórica pertenece a la Municipalidad de General Madariaga, otorgado en donación por Valeria Guerrero Cárdenas de Russo. En él se realiza anualmente la Fiesta del Talar con enorme éxito desde hace ya más de diez años.

EL FERROCARRIL QUE MANUEL GUERRERO HIZO TENDER PARA LLEGAR A LOS OBRAJES DE TALA



EL TALAR - FAMILIA MATTOS BENGOLEA



La Estancia “El Talar” está integrada por una parte de la vieja estancia La Invernada y otra de El Rosario, ambas de la testamentería de Valeria Guerrero y Cárdenas de Russo.


La parcela que conserva el nombre de “El Talar”, formó parte de “La Invernada” ubicada en el extremo sur de la ruta 74 con frente a la ruta Interbalnearia.


Estas tierras llegan a María Bengolea de Matos -la familia propietaria- a través de Felicitas Guerrero, hermana del bisabuelo de María, viuda de Martín de Álzaga y heredera de sus inmensas propiedades: 70.334 leguas cuadradas de campo en la provincia de Buenos Aires.


“La Invernada” y “El Rosario” fueron del padre de Valeria Guerrero y Cárdenas, Manuel Justo Guerrero. Manuel era hermano de José Guerrero, bisabuelo de María y uno de los hermanos menores de Felicitas.
PATIO ANDALUZ


Pero no es totalmente adjudicable a ese parentesco con Valeria que hoy la familia Matos Bengolea es propietaria de El Talar, sino a la gran amistad que enriqueció siempre a esos lazos de sangre entre Mery y su tía Valeria y al cariño entrañable que sintió Valeria Guerrero por el esposo de la sobrina, Daniel Matos, y los hijos de ambos. Fueron una sola familia. Fueron los hijos y nietos del corazón que Valeria amó como a tales y a quien ellos amaron y cuidaron hasta su fallecimiento.


Valeria no tenía herederos directos ya que no tuvo hijos, por eso dio a sus personas más queridas todas sus propiedades. También creó una fundación en la estancia “La Raquel”, en el partido de Castelli, al sur del río Salado.


Dentro de esta propiedad que hoy es de María se encuentra una antigua casa que fue el casco de la estancia “La Invernada”, la que abarcaba todo el territorio del que estamos hablando. Esta construcción antigua, por pedido de Valeria fue donada por Daniel Matos a la Municipalidad de Gral. Madariaga. El deseo de Valeria, expresado en el acta de donación, fue que debía estar dedicada a Museo y mantenida por cuenta municipal.


Me dice María Bengolea: -“Lamentablemente aún no se ha hecho nada en el lugar, el que está bastante descuidado. Este casco- junto a otras construcciones en las propiedades del Sr. Álzaga- eran tan similares, que hoy aún se puede ver que el casco madre de todas las estancias, que está en “La Postrera”, en Castelli, comparado con el de la Invernada, el de Juancho Viejo y uno que hoy lamentablemente no existe, (“Martín García”) se parecen tanto como si presentaran rasgos de herencia. Estas estancias, que condensan gran parte de la historia de nuestro partido- como otras también importantes en este aspecto- no deben faltar a la cita para rendir homenaje a General Madariaga en su Centenario”.


El casco actual de la estancia “El Talar”, se ha construido sobre una primera vivienda que por error la Dirección de Vialidad de la Provincia de Buenos Aires construyó para el caminero en este lugar al hacerse la traza Madariaga-Pinamar. Valeria Guerrero debió entonces comprar la construcción. Sobre ella se fue edificando la actual casa, agrandando y agregando ambientes en varias etapas, parquizando y haciendo las comodidades necesarias.


Con mucho cuidado se eligieron los hoy centenarios talas que debían quedar para darle el nombre al lugar y conformar ese parque muy particular, mimados entre caminos de espléndidos agapantos y el rojo toque pasional de las achiras. Dice María: “Hoy tratamos de cuidar estos árboles, ya que son muy añosos, y a pesar de que pareciera que son muchos, haciendo una comparación con fotos anteriores, vemos que ya no hay tantos.

LA ANTIGUA MATERA


Hemos tratado de mantener la estancia tal cual como estaba cuando era propiedad de Valeria porque sabemos que eso a ella le hubiera gustado mucho. Fue tan generosa con nosotros que honramos su memoria de esta forma. Mis hijos han crecido acá, le tienen un gran cariño a El Talar, y saben lo importante que es para mí que todo esté tal cual como era.”


El histórico tanque del agua, que abastece a toda la casa y sus instalaciones, tiene una vivienda completa debajo, y fue donde vivieron los caseros durante mucho tiempo. Hoy se utiliza como casa de huéspedes.


El puesto fue durante muchos años, y hasta el año 1992, la casa del encargado de la estancia. Hoy en día está arreglada como casa de huéspedes.


La matera es el lugar de reunión obligado después de un día largo de trabajo. También tiene un monterero, y alguna comodidad para descanso de personal.


El casco tiene otras construcciones: dos galpones: uno para las actividades que tienen que ver con el campo, y otro con vivienda para personal, y para uso de la casa. Una usina, que actualmente está en desuso porque la luz es suministrada por la cooperativa de Gral. Madariaga y que es testigo de otra época, como lo son la herrería y la carnicería.


Todas estas construcciones hacen que sea un casco muy lindo, perteneciente a la primera historia del Tuyú, que nos recuerda cuando las estancias eran como pueblos, habitadas por todos sus trabajadores, donde nacían niños y se celebraban bodas.


Valeria Guerrero y Cárdenas murió el 5 de mayo de 1992. Hasta ese entonces tuvo el usufructo de sus propiedades, las cuales donó en vida.


La familia Mattos Bengolea vive aquí desde el año 1986, pero realmente tuvieron el campo a finales del año 1993, cuando empezaron a administrarlo.


“Actualmente la estancia es propiedad de mis hijos María, Daniel, Florencia, Antonio, y mía. Mi marido, Daniel Matos, falleció el día 20 de mayo del año 2000. Desde entonces, yo estoy a cargo de la administración del campo, he tratado de hacerlo crecer y cuidar el capital de la familia, que participa activamente en todas las actividades y decisiones. Durante estos últimos años hemos trabajado mucho en la actividad principal que es la ganadería, específicamente cría y hecho mejoras en la estancia, explotándola plenamente”.


María Bengolea de Matos: una mujer fuerte que honra y preserva nuestras más caras tradiciones.


EL TESTAMENTO DE VALERIA GUERRERO


María me explica cómo fueron repartidos los campos en el testamento de Valeria Guerrero y Cárdenas entre los hijos de su hermana, Marta Guerrero de Piñeiro Pearson, y la familia Matos Bengolea.


PARCELA 1- Familia Matos Bengolea – El Talar -


PARCELA 2 - Delia Bosh de Piñeiro Pearson, El Rosario - 3355 ha.- Vende1480 ha. a Manuel Piñeiro Pearson - Emprendimiento Chacras del Rosario


PARCELA 3 - Carlos Piñeiro Pearson, quien vendió a su actual dueña Norma Reynols de Perdomo, 520 ha.


PARCELA 3 - Tito Piñeiro Pearson, quien vendió a su actual dueño señor Volfranco Tarulli - ZITA S.R.L. 1169 ha.


VALRIA NOS DEJÒSU TESTIMONIO SOBRE "EL TALAR"
El proyecto del Balneario Pinamar se llevaba a cabo sobre tierras de Valeria Guerrero Cárdenas de Russo desde 1939. El año 1943, en que se formó la Sociedad Anónima, fue de ruptura y desacuerdos. Cuenta Valeria en su libro “Surge Pinamar” que, al romperse las buenas relaciones entre ella y el fundador, comienza una disputa por tierra firme- la tierra de sus campos- que necesitaba la empresa Pinamar S.A. para sus quintas y animales, para el trazado de caminos y calles, para parquizar parques, para la cancha de golf. Tierra insistentemente reclamada por Jorge Bunge por ser vital para el proyecto. La actitud nada amigable de Jorge Bunge; la mala relación entre éste y el esposo de Valeria, el Dr. Russo; el trato desventajoso y unilateral impuesto por Pinamar S.A. en la compra de los médanos y la adjudicación de acciones, fueron- a juicio de Valeria- los detonantes de un estado de cosas que culminó con la negativa terminante de Valeria a vender la tierra que Pinamar necesitaba y que ofreció comprar. Así es como Valeria se queja del uso indebido que hacía Bunge de su campo, durante la construcción del camino Madariaga-Pinamar. Aparece también aquí el relato de cómo se edifica la casa de la actual estancia El Talar:
TIERRA PARA EL GOLF - 1942




“Los atropellos al campo siguieron a más y mejor. Cuando se estaba haciendo el terraplén del camino para el que habíamos dado tierra, Jorge se las arreglaba con los ingenieros y se llevaba lo que quería a Pinamar.


Lo correcto hubiera sido que nos comprara la tierra, igual que los tepes de césped que utilizaba para los greens de golf; pero, como era linda obra el golf, no decíamos nada y dejábamos que se la llevara.


En 1945 (…) recibimos un telegrama de Durante, el capataz de los Arbelaiz (…) que nos decía que Vialidad había mandado desmontar justamente ese lugar donde está hoy nuestra casita “El Talar” en la que vivimos cuando estamos acá.


Es el Km. 23 y Vialidad argüía que ese era el lugar de ocho hectáreas para el caminero. (…) vinimos enseguida a El Talar para ver de qué se trataba y explicar que las ocho hectáreas para Vialidad estaban en el kilómetro 24.


El Título del campo desapareció de Catastro de la Provincia y tuvimos que dejar que hicieran el trabajo de cortar los árboles, se llevaran la leña y después levantaran la casita igual a otra que hay más cerca de Madariaga. (…)


Por fin Juan Pablo pudo conseguir el título en la Plata y pudimos demostrar a Vialidad que nos hacía un perjuicio por ser ésta la parte más alta y con monte que hay en el camino cerca de Pinamar.


… propusieron vendernos la casita. Por eso estamos viviendo en ella. Hemos hecho una buena cocina y despensa, lavadero, cuarto para la caldera, más baños y cuarto de huéspedes y para servicio, escritorio, cuarto de valijas arriba. Se ha formado un patio que es muy simpático. Hay cinco chimeneas, un lindo office, terraza, etc.



Además, varios galpones, cuartos para empleados, usina para la luz eléctrica, carnicería, saladero de cueros, torre de agua con departamento para los caseros, casa para el capataz, matera para los peones. Tenemos dos buenos mollinos y el lugar para los asados.



 ...x*x...
ESTANCIA CHARLES VIEJO

Es una agradable mañana de agosto. Llegamos a Charles Viejo siguiendo sus avenidas de árboles bordeando el cuidado parque. Nos espera el dueño de casa, el señor Eduardo Guerrero, hasta quien nos escoltan los consabidos perros bonachones que se encuentran en todo campo.



Charles viejo está precedido por un aura encantada, ya que su patrón ha sabido hacer de él un museo rural que guarda con amoroso cuidado la historia familiar y de la zona. Aparece a primera vista como una edificación de estilo suizo, espaciosa y bien cuidada. Es una de las partes en que se dividió el legado de Jhonny Guerrero, hijo de Héctor y padre de Eduardo. Pasamos al museo donde Eduardo ha clasificado y resguardado documentos familiares. Se conservan varios premios obtenidos en la Exposición Rural por sus famosos Aberdeen Angus, de los que los Guerrero fueron introductores en el país; un álbum fotográfico de todos los tiempos; facturas, cartas, mapas y planos. Un plano azul enmarcado que lleva la firma de Charles Tahis, donde se puedo estudiar en detalle el diseño de este jardín que visitamos. Un documento rotundo como éste no había visto. Si el célebre paisajista hubiese diseñado tantos jardines como se dice, hubiese sido más famoso por su larga vida que por sus parques.

FOTOS HISTÓRICAS


Entramos en un mundo con rico olor a cueros. Es la sala donde de los aperos, cuidadosamente lustrados, engrasados y expuestos en juegos completos, muy diferentes unos de otros, según origen, uso, material. Árabes, trenzados, de oro y plata, para monta, para carruajes. También impresiona su número.


Al tratarse el legado testamentario, había en esos galpones muchas bolsas con aperos enredados, mezclados, guardados por simple acumulación, atacados por el óxido y el verdín o simplemente sucios.



Decidieron que Eduardo se quedaría con todas las bolsas para no separar juegos, a cambio él debió ceder algo por su parte. Vinieron años de trabajo apasionante en el que fue separando, clasificando, reuniendo juegos, limpiando y lustrando, mientras acondicionaba las salas. El resultado es bellísimo.


Entramos luego en la sala de carruajes. Una valiosa reunión de carros, diligencias, berlinas, calesas, restauradas con sumo cuidado, siguiendo cánones de las antiguas fábricas, que insumió años de búsqueda de repuestos en anticuarios y estancias, reemplazando cristales biselados rotos en ventanillas y faroles, volviendo a la vida cueros ajados, retapizando asientos capitoné con su color original, viajando con la pieza para hacerla forrar y por último la pintura, esmerada y detallista. Está el coche negro que fuera de Felicitas Guerrero y un sinfín de vehículos diferentes y hermosos.

Finalmente visitamos lo que fuera el alojamiento de los peones de la primitiva Charles. Durante un tiempo fue hospedaje rural. Ahora sólo trae a conocer el campo y sus tesoros a sus huéspedes del hotel de Cariló. El comedor que fuera el de los peones, arreglado con gusto, espacioso y luminoso, con el techo cubierto de hierbas y flores desecadas del propio jardín.


Hay una huerta de aromáticas y verduras, hobby del dueño de casa.
El recorrido terminó con una plácida reunión al sol alrededor de un rico café, y mientras la charla agradable se iba prolongando, la perrita Pepa, “mezcla de salchicha y cuzco” según su dueño, se acurrucaba y dormitaba en mi falda.



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LA PROVIDENCIA - SAN CAYETANO
 LOS ZORZALES
HEREDADAS POR CATALINA GUERRERO DE MARTÌNEZ ITUÑO
ESTANCIA LA PROVIDENCIA

La estancia La Providencia formaba parte de los Montes Grandes. En tiempos de Álzaga se llamaba “La Limpia”, por su lìmpida laguna.


A la muerte de don Carlos Guerrero y de su esposa, una de sus hijas, Catalina Guerrero de Martínez Ituño, heredó en 1908 la propiedad, juntamente con Los Zorzales – llamada por entonces Del Medio - y San Cayetano. Un esquinero de Los Zorzales pasó más adelante a formar parte de la planta urbana de General Madariaga, a propuesta y por iniciativa del rematador don Arturo Etchegaray. A ese sector se lo llamò sector Guerrero. Los otros solares sobre los que se asienta el pueblo pertenecieron a las estancias de Zubiaurre y de Madariaga Anchorena.


El ingeniero Guillermo Martínez Ituño fue un intendente progresista desde 1910 a 1913. Leo en el Almanaque-Guía de 1916 que fueron el ex intendente Guillermo Martínez Ituño y el doctor Halliburton quienes donaron el solar para la Intendencia Municipal que edificó el constructor Luis Gualla.

Construcciòn de la municipalidad de Madariaga


Catalina Guerrero de Martínez Ituño donó fondos para la construcción del edificio, junto a las familias Madariaga, Anchorena, Guerrero, Leloir y Castex que se sumaron a la suscripción popular.


El intendente Martínez Ituño firmó con Alfredo Martínez y Cía. el contrato para el primer alumbrado eléctrico público y particular en 1912.


Su hijo, Guillermo Martínez Guerrero, fue el fundador del Comité Radical en General Madariaga que hoy lleva su nombre.

EL POTRERO DE LOS POBRES


Don Guillermo tenía un pedazo de campo en La Providencia llamado el Potrero de los Pobres, donde iban a refugiarse los miserables sin techo y sin trabajo con permiso para criar sus propias majadas. Era un rancherío donde, por encargo del patrón, se carneaban ovejas y se entregaba carne, galleta, a veces se los conchababa. Cuenta la tradición oral que cuando el popular “Lleme”- como le llamaban- llegaba al campo piloteando su avión particular, una nube de menesterosos, a veces enfermos o impedidos lo abordaba haciéndole pedidos de remedios, techo, o trabajo.


HOSPITAL Y ASILOS



Don Guillermo estaba casado con Ana Rosa Schlieper, dama que formó la Comisión de Damas Vicentinas, que en 1925 lograra la fundación del Hospital Regional, al que se sumó el Hogar de Niñas Huérfanas San José y el Hogar de Varones San Juan Bautista. Fueron años Ferias Francas, organizadas con la colaboración de todo el pueblo. En ese hospital modelo la salud no se cobraba, atendido con excelencia por las diligentes Hermanas de San Vicente de Paul, que además cultivaban una quinta y criaban animales para la cocina del nosocomio.


En 1933 llegó el doctor Abelardo Costa a Madariaga porque Don Guillermo necesitaba a alguien que atendiera la salud de “sus pobres.


CRÍA DE CABALLOS


Sabido es que los Guerrero han sido hábiles criadores de caballos. Don Guillermo no escapó a esta consigna genética. En la Providencia se hacían grandes domas y yerras muy populares entre la gente del lugar. Los caballos salvajes capturados eran adaptados al uso de las tareas rurales de acuerdo a sus características por los grandes domadores del momento y cruzados con animales importados para mejorar la raza.



Guillermo Martínez Guerrero tenía, además, gran afición a la cría de caballos de carrera. Un caballo suyo llamado el Gateado, era famoso por ser absolutamente indomable y por haber volteado a todos sus jinetes. Don Carlos Gesell, que tenía un médano muy difícil de fijar, resistente e indómito en el naciente balneario Villa Gesell, nombró El Gateado a ese médano en homenaje al animal.






OBRAJE LA PROVIDENCIA


Desde la época colonial eran renombrados los espesos y enormes Montes Grandes del Tuyú porque eran refugio para gauchos que huían de la justicia o de las levas, así como por la calidad de la leña del monte natural al alcance de la mano.


La explotación de los montes de tala y coronillo ya había empezado antes del año 1907, en que se instala el Ferrocarril Sud, en los albores del Pueblo y Colonia Divisadero. El ferrocarril necesitaba leña y carbón para las máquinas, por lo que extiende ramales hasta los obrajes de Manuel Guerrero, en Punta Rieles y de Muglia.


Dice el Almanaque y Guía de 1916:


“Se explotan en escala colosal los renombrados Montes de Juancho, de donde se obtiene la leña de tala y carbón con que se provee a la mayor parte de los partidos de la Provincia. En las proximidades de la estación existe el Obraje La Providencia, importante establecimiento que cuenta con las más modernas máquinas, como las colosales destroncadoras “Hércules” de 100 caballos de fuerza, trozadoras para troncos de gran tamaño y calderas que producían la fuerza motriz a través de engranajes y pistones de gran porte. Se instaló un decauville completo adquirido en Francia –tren de vías móviles – por la que se transporta la leña hasta la estación. La Empresa Ferrocarril Sud ha construido un galpón de 100 m por 20 para el depósito de la leña. Favorecida por el desarrollo creciente, esta industria ocupará en pocos años un primer lugar en la provincia.”


El obraje La Providencia comenzó a funcionar en 1909. El doctor Halliburton, médico con activa participación en la vida social y política del Divisadero, interesó al ingeniero Martínez Ituño para explotar una parte de los montes de tala y coronillo de ese campo. Pusieron un obraje que se llamó “Santa Teresa”, suscribiendo un contrato el 14 de junio de 1909, por el cual el médico adquirió maquinarias y contrató mano de obra en cantidad. Pronto la explotación adquirió dimensiones no imaginadas. Se producían 2000 toneladas de leña mensuales y se empleaban 200 hombres. Pronto hubo que comprar más máquinas y aparecieron los hornos para hacer el carbón de leña, nueva actividad muy próspera.


Una desinteligencia entre Halliburton y Martínez Ituño terminó en los Tribunales de Dolores. Finalmente el propietario de la estancia se hizo cargo de maquinarias, herramientas y la existencia de leña y carbón.


En 1921 Guillermo Martínez Guerrero extendió la explotación a Los Zorzales, hasta donde construyó otro ramal ferroviario a lo largo de la avenida Rivadavia para internarse 25 km hasta alcanzar el obraje.



La población estable aumentó de golpe, desbordando por la afluencia de trabajadores de estos obrajes, más los de “La Selva”, “Muglia”, “Tío Domingo”. Se multiplicaron hoteles, fondas, almacenes de ramos generales y tiendas de ropa. Ya La Providencia diez años después, reclutaba 600 trabajadores y producía 2000 toneladas de leña por mes, que en épocas de mayor demanda se elevó a 5000.


Luego de la segunda Gran Guerra, el petróleo fue ocupando su lugar y el auto transporte de cargas y pasajeros fue desplazando al tren.


Noticias en época de guerra relacionadas con “La Providencia”SEMANARIO TRIBUNA – 25 de marzo de 1944



El jueves último, varios aviones de la armada aterrizaron en nuestro pueblo en la antigua pista de aterrizaje de la estancia “La Providencia”, de Don Guillermo Martínez Guerrero, donde al parecer se tiene pensado establecer una base para la vigilancia de nuestro litoral atlántico.


SEMANARIO TRIBUNA – 6 de mayo de 1944 – (síntesis y comentario)


El diputado radical Guillermo Martínez Guerrero escribió una nota al director del periódico, en la que le cuenta que, en 1928, fue delegado por el gobierno argentino en el Congreso Internacional de Aviación en Praga. A su regreso presentó un audaz proyecto para la construcción de un aeropuerto. Entonces no fue aprobado y ahora algunos de aquellos diputados le dicen que tuvo razón. Expresa que desearía que el semanario publique artículos tendientes a favorecer la idea de que Madariaga tenga su autódromo.


SEMANARIO TRIBUNA - 3 de junio de 1944


Nueva carta al director del señor Martínez Guerrero en la que comenta que sabe que por iniciativa del Sr. Alejandro Leloir, el Consejo Deliberante adquirió hace unos años un terreno para aeródromo situado al norte, a 20 cuadras del centro. Ello lo lleva al cálculo que, a los gastos para hangar y talleres, se le deberá sumar el pavimento necesario. Comenta que el Plan Vial sólo hizo accesos asfaltados en el sur del pueblo, por lo que el aeródromo deberá estar sobre esa ruta, donde sugiere comprar una chacra de buenas tierras altas, que se financiaría vendiendo la chacra municipal ya adquirida.


SEMANARIO TRIBUNA . 5 DE AGOSTO DE 1944 –


EL Primer Ministro Británico, Sr. Winston Churchill se refirió en la Cámara de los Comunes a la posición de Argentina como país neutral. “Todos debemos sentir verdadero pesar y ansiedad como amigos que somos de Argentina, por el hecho de que, en estos momentos de prueba, esa nación no se haya considerado dispuesta a declararse sinceramente, sin reservas ni discriminaciones, del lado de la libertad y haya decidido contemporizar con el mal, y no sólo con el mal, sino con la parte perdedora. Las acciones deben ser juzgadas por la parte que desempeñan. No sólo los beligerantes, sino también los neutrales, comprobarán que su papel en el mundo quedará afectado por el papel que han elegido desempeñar en la crisis de la guerra


TRIBUNA, sábado 26 de agosto de 1944


¿ESPIONAJE EN NUESTRO PUEBLO?- (sic) En noticiosos del día jueves escuchamos que se ha descubierto una nueva ramificación del espionaje alemán en nuestro país.Tales actividades anti argentinas se desarrollaron en Gral. Madariaga y en la vecina ciudad de Tandil.


Ciertos elementos de la antipatria, declarados admiradores del nazism, han actuado abiertamente por lo que esperamos que la nueva investigación los desenmascare para hacerles sentir el repudio que se merecen los traidores a la patria.




LA PROVIDENCIA HOY


El Establecimiento La Providencia fue heredado por los hijos de Guillermo Martínez Guerrero, fallecido el 4 de febrero de 1956: Ana Rosa Martínez Guerrero de Frers 1063 has. y Carlos F. Martínez Guerrero quien se reservó 772 has., luego del loteo de chacras al sur del camino a La Salada. Esta fracción recibe hoy el nombre de La Providencia y ha sido adquirida por el señor Giancarlo Grassini.


Pasamos debajo del importante arco de entrada con la inscripción “Bienvenidos” y recorremos un gran parque muy cuidado de talas autóctonos que siguen allí como en exposición, honrando su pasado de obraje, rodeado cada ejemplar por un cantero de hiedra salpicado de algunas flores. Los talas, añosos y quizá cansados, se han reclinado según su ancestral costumbre sobre el muelle colchón de hiedras y flores. Dan al parque aspecto de paseo de esculturas caprichosas ofreciendo asiento, cabalgadura o respaldo. Se camina entre farolas hasta que aparece la casa. Produce emoción ver su perfecto estado de conservación y el respeto por sus formas coloniales sencillas. Es baja, blanca, techada con tejas coloniales, con pequeños patios de aljibe, azoteas con balaustres, ventanas altas enrejadas y grandes faroles en sus paredes. Tiene un porche amplio, con arcadas. Todas sus ventanas miran al monte de talas, a la pampa ensimismada, a la salida y puesta del sol.


Siento de pronto admiración por la sensibilidad de la persona que habita y trabaja hoy este lugar histórico. El arco de entrada al que me referí es la reproducción exacta de los arcos y remates de la casa, presentes en toda la construcción; encierran en ambos frentes dos escudos de familia que han sido conservados. El patrimonio está en buenas manos.


LA EXPLOTACIÓN AGROGANADERA


La Providencia está a la vanguardia de la modernidad, como fuera en época de los Martínez Ituño-Guerrero. El monte de talas y coronillos se fue retirando para dar paso a cultivos de soja, trigo, maíz. Un inmenso galpón muestra un enorme acopio de maquinarias para tareas agrícolas de última generación, guardadas con orden y limpieza. Otro galpón guarda tractores, camionetas y camiones de hacienda. Junto a ellos, una plantación de frutales pequeños y variados nos hace la promesa de futuras delicias.


Un feed lot, es una sinfonía en negro. Oscuros terneros de brillante hocico y ojos dulces chapalean y disputan la comida suculenta entre cuervos y tordos que alzan vuelo oscureciendo el cielo.


Alrededor brillantes y modernos silos metálicos guardan los granos de propia cosecha para alimentar a estos bebés corpulentos. Pregunto entonces por el silo, famoso en el pasado, un hito que podíamos ver desde el camino de tierra a Pinamar. Era de ladrillo, muy alto, en forma de cono truncado. La Sra. Guevara, que es quien nos guía, dice que se cayó en los 70´ de puro viejo, ya fuera de uso. Él también, como los talas, se recostó a descansar para ver llegar el progreso.


ESTANCIA LOS ZORZALES

También llamada Estancia Del Medio, fue vendida por la descendencia de Martínez Guerrero a Guy Calmejane, cuyos herederos, Francisco, Nélida, Odesta y Jorge Calmejane y Nélida Mohamed de Calmejane son aún hoy los propietarios del campo.






LOS ZORZALES HOY


Con el encargado del campo, Agustín Gartía, partimos en hacia Los Zorzales. Agustín nos cuenta que a la derecha del camino aún hay restos de la vía del decauville que transportara la leña y carbón del obraje para el ferrocarril de los ingleses.


Aparece la estancia, sorprendente en el parecido de su arquitectura al Hospital de General Madariaga: techos de chapa a cuatro aguas, remate con pararrayos torneados, esquineros reforzados con guarda de cemento. Esta propiedad fue edificada en épocas contemporáneas con el hospital por una misma familia y seguramente por un mismo arquitecto.


Las palmeras de ambos parques, plantadas en una misma época hoy lucen igualmente imponentes.


La familia Calmejane – propietarios de origen Francés - vivió originariamente en Paraguay, dedicados a la industria textil. A la muerte de sus padres, los hijos vendieron la industria y decidieron invertir en campos en Argentina.


La dueña de Los Zorzales, sin descendencia, ha colocado las propiedades a nombre de sus sobrinos, conservando el usufructo mientras viva.


Son caseros el matrimonio De Maio y su pequeño hijo.


Las casas del casco se encuentran conservadas al estilo de moda de principios de siglo XX. Hermoso y amplio estar en “L”, con cortinas y almohadones confeccionados por la propietaria. Un elegante hogar de leña revestido en cedro y un mueble negro tallado traído de Paraguay son el centro de la atención.


La cocina, enorme, revestida de azulejos blancos, con gran aparador de roble de doble alzada, guarda impecables en una hornacina del muro tres artefactos hogareños, antepasados de la procesadora: picadora de carne, mantequera y descremadora centrífuga, todas fabricadas con pesado hierro y chapa.


Los cuatro dormitorios se comunican por amplios pasillos y los dos espaciosos baños conservan su factura original.


Visitamos a don Juan Nicolini, encargado de la zona de servicio, cocheras, matera, carnicería…en la herrería otra sorpresa: una máquina agujereadora manual con enorme rueda que vemos en acción.


Completa el nostálgico encanto un palomar, del mismo estilo de las demás construcciones, que supo satisfacer inclinaciones gastronómicas de otros tiempos.



ESTANCIA SAN CAYETANO


Ubicada en las inmediaciones de la estación Juancho, lindando con las propiedades de Leloir al sur y Aarón de Anchorena al oeste, incluyó la laguna que le daba su nombre.

San Cayetano integró el legado testamentario de Catalina Guerrero de Martínez Ituño, juntamente con Los Zorzales y La Providencia.



ESTANCIA MARTÌN GARCÌA


DE LUCIANO FORTASÍN






HEREDADA POR JORGE GUERRERO, ADQUIRIDA POR MANUEL GUERRERO,



QUIEN VENDE A ENRIQUE DUHAU Y ÉSTE A LUCIANO FORTASSIN EN 1941


PROPIETARIOS DESDE 1949:


Elina Fortassín de Arrechea


Graciela Fortassín


María Rosa Fortassín de Bordazar


Sucesores de Juan Carlos Fortassín.











 
El 15 de agosto de 2006 entrevisté a una de las herederas, Elina Fortassín de Arrechea.


Elina está acompañada por uno de sus nietos, Juan Pablo, que participa con agrado de la charla. Ante todo repasamos el álbum con las fotos de las recientes bodas de oro del matrimonio Arrechea. Luego vino el mate y fue saliendo la historia.


Luciano Fortassín, padre de Ellina,  arrendaba en los años 30 las estancias El Centinela, Las Chilcas y Siempre Viva de Cibils Cobo, partido de Lavalle.


Cuando dejó El Centinela lo arrendó Melón Gil, quien luego lo compró. Siguió Fortassín por un tiempo con el arriendo del resto.


“Éramos chicos y sabíamos ir con mi padre al campo. Tenía un matrimonio que cuidaba. Don Félix Rojas y su esposa Anita. Tenían tres varones y dos mujeres. Cada vez que volvíamos del campo traíamos cantidad de cebollas y tomates enormes. La quinta de Anita estaba casi en la arena, y era de una tremenda fertilidad.”


–“Cuando la inundación del 40 nació mi hermana Graciela. Papá tuvo por muchos años arrendado el campo de San Lorenzo y allí estaba cuando lo sorprendió la inundación. Al recibir la noticia del nacimiento de mi hermana, llegó en una balsa hasta el puente de Las Rosas, donde lo esperaba en un sulki Don Serafín Goñi, un tío de la mamá de los Pasini.”


Una epopeya contada con la naturalidad del hecho cotidiano. Llega Daniel, uno de los siete hijos de Elina y Heriberto Arrechea. Se prende al mate. Ha traído tortas fritas para convidar a su antigua maestra (yo).


Al término de su arrendamiento, Fortassín vendió toda la hacienda que tenía en los enormes campos arrendados, por consejo de su gran amigo Jorge Lanusse, consignatario de hacienda. Los Lanusse tenían amistad también con Enrique Duhau, propietario del campo “San Bernardo”, vecino a “El Centinela”, en Ajó. Por su intermedio supo don Luciano que Duhau quería vender su propiedad “Marín García” en las inmediaciones de Juancho. Así se dio el negocio.


“El 15 de agosto de 1941, en el día de hoy, el día de la Virgen, con el dinero obtenido de la venta de toda su hacienda, compró Martín García, de 8.066 hectáreas. Así se daban los negocios en ese momento. Se podía comprar un campo enorme con la venta de todo el ganado. Llevó de encargado a don Pedro Sanmillán y como capataz a Hernán Jorge.


Hasta ese momento nosotros veraneábamos en el hotel Ostende. Cuando papito compró el campo con playa, con una casa buena, íbamos al campo todo el verano. Graciela recién comenzaba a caminar. Yo tenía 8 años.


El campo había sido de don Manuel Guerrero, quien se lo vendió a don Enrique Duhau, cuya esposa era Teresa Lacroce Quirno, creo. El fue Ministro de Agricultura. Le administraba su cuñado Norberto Quirno.


Cuando Guerrero vendió el campo a Duhau los límites de Martín García incluían los médanos. Llegaba a la playa. Al practicarse la sucesión, luego de la muerte de Papito, cometieron un error en el trazado de los planos de subdivisión y no se incluyeron los médanos. Comenzó entonces una pelea legal que duró años, pero que ya se ha resuelto mediante una negociación. Cedimos al estado una franja transversal del condominio de los médanos, que corresponde a Villa Gesell ahora, a cambio de quedarnos en la franja costera. Villa Gesell hace allí las carreras y travesías de cuatriciclos en los médanos.


Graciela vendió su franja a una empresa chilena que proyecta construir San Alfonso, que limita con Villa Gesell y yo acabo de vender la mía a una empresa española, solucionadas las trabas que impone la ley de aguas. Los chicos – se refiere a los sucesores de su hermano Carlos Fortassín - conservan la suya.


Duhau había hecho el chalet principal. Cuando compró papito, la casa que había sido de Guerrero estaba ya cayéndose, y Duhau estaba en ese momento haciendo una vivienda para el encargado que terminó justo en 1941. Tenía galpón, garage y a su lado dos piecitas: una para guardar cosas y otra para la herrería. El herrero se llamaba Roberto Romero, recientemente fallecido. Su esposa trabajaba en la casa en las tareas domésticas. El encargado general era don Benito Lozano, que no era de estos pagos.


La casa principal tiene una mayólica de Santa Teresa muy linda porque la señora de Duahu se llamaba Teresa, y su hija también. Esa casa le tocó a mi hermana Graciela.”


Es una hermosa casa colonial, blanca, de una sola planta, con una galería de arcadas, ventanas con un artístico trabajo en sus rejas y el techo decorado con molduras. Un amplio parque bien cuidado. En su parte trasera vemos un gran galpón sólido de chapa y mampostería y en uno de sus costados la típica casa de los peones con matera, alargada, con su alero de chapa sostenido por columnas de hierro.


Tenía carnicería, que todavía está, del mismo estilo de la casa. La casa del encargado es una construcción cómoda, con porch, la más nueva del conjunto, data como dijimos de 1941.


“Recuerdo a los puesteros – va nombrando Elina con gratitud - El campo tenía 5 puestos. En uno estaba Chaparro, Márquez, Mansilla, que tenía 17 hijos, Jorge, quien también tenía muchos hijos.” – dice mi memoriosa cronista.


Al comprar don Luciano el campo, la entrada al casco se hacía llegando por la ruta de Juancho, por lo que el frente de la casa se orientó hacia este punto. El señor Fortassín achicó el parque, hizo un potrero y la tranquera de entrada al casco quedó por el otro lado. Es así que a la casa hoy se entra al revés.


En ese momento no había camino desde el cruce a Gesell y quienes iban al balneario tenían que entrar por esa tranquera del potrero de adelante y abrir y cerrar ¡trece tranqueras! Le decían el “camino de las trece tranqueras” – acota Daniel.


Cuenta Elina:


“Don Carlos Gesell – yo lo conocí muy bien - luchó tanto para tener camino hasta Villa Gesell, tanto habló con papá y con uno de los Leloir de Macedo, el lindero, que no pasaba semana en que no entrara don Carlos a solicitar la cesión de los metros necesarios para hacer el camino desde el cruce. No se podían poner de acuerdo, hasta que los dos cedieron una parte (aunque mi padre cedió más) y se hizo el camino que va desde el cruce a Gesell. Cuando se hizo el camino se solucionó el problema de las tranqueras.”


Elina me cuenta que ellos mismos, antes del camino, iban montados a caballo, en carro o en zorra tirada por caballos, atravesando su campo hasta el alambrado, cruzaban a los médanos y de allí a la playa. Eran cuatro hermanos…con primos…..amigos….novios. “Antes disfrutábamos mucho la playa.”


Luciano Fortassín falleció en 1949 – sólo disfrutó su propiedad durante 8 años - y llegó la sucesión. Todos sus hijos eran a la sazón menores de edad, por lo que su esposa debió hacerse cargo de todo. El apellido materno de los Fortassin es Vieytes.


“Cuando yo me casé me dieron mi parte, y mis hermanos siguieron hasta su mayoría de edad. María Rosa recibió su parte, también Graciela y Carlos. La subdivisión estaba hecha, ya de antemano. Seguimos con los médanos en condominio con mamita, ya que a ella le aconsejaron no quedarse con campo. Sólo puso la hacienda a su nombre.


Cada estancia lleva ahora otro nombre. Ninguna se llama Martín García.


“El Centauro es de Graciela. El mío se llama San Luciano, y Santa Teresa el de María Rosa y también el de los chicos. Están separados pero se llaman igual.


“En el fondo del campo de los chicos, hubo un viejito Bidalún, cuya esposa se llamaba Margarita. Allí también existió una escuela durante años, la número 4, que se mudó a Monte Rincón, creo. Alambre por medio con el puesto de Bidalún estaba, en el campo de Leloir, la familia de Argentino Luna, él se crió allí. Margarita y la mamá de Argentino Luna eran amigas, se visitaban a diario. Esta señora tenía una particularidad. Usaba una camisita prendida adelante y se abría los dos botones superiores para que asomara la cabecita su lora, a quien llevaba siempre cobijada en el pecho.


Elina me cuenta una linda historia de Argentino Luna


Cuando Argentino Luna se fue a vivir a Villa Gesell, su maestra fue Kety Vieytes, - prima de los Frotassín por parte de madre - a quien adoraba. Para una Fiesta del Gaucho, cuando él ya era una celebridad, ella fue a saludarlo al camarín y él en la sobremesa le compuso una canción. Nosotras éramos de la Cooperadora del Hospital, -las Damas Rosadas- teníamos el quincho y debíamos servir la cena para la Escuadra Azul. Se puso a llover a cántaros y se nos quedó todo el mundo adentro. Trabajamos muchísimo esa noche, hasta muy tarde. Allí Ketty recibió el homenaje cantado de su ex alumno.


Ha caído la noche y me despido de esa cálida familia Arrechea, con quienes hemos compartido historias escolares en el pasado. Gracias por el buen momento.


ESTANCIA LOS MANANTIALES
HERENCIA DE ENRIQUE GUERRERO
SUCESORA MARÍA CRISTINA GUERRERO VILLAR


Entre las narraciones de “Cuero Crudo”- un personaje que fue testigo del movimiento de gente en las estancias por haber sido peón, hachero y hasta agente de policía – se encuentra una muy interesante por ofrecer la otra cara de la vida en nuestros campos.


La llama “Obrajes en Los Manantiales” y dice que por 1914 se decidió en esta estancia dar tierra para ser desmontada a quienes tuviesen interés en dedicarse a la agricultura. Compara el narrador al método utilizado en Balcarce en 1880, en que se daba al chacarero varios años de gracia por el desmonte y éstos posteriormente arrendaban barato y algunos hasta compraron. Pero en 1930, al caer Hipólito Irigoyen, los conservadores cometieron tantos abusos, que, sumados a la depresión, decidieron a muchas de aquellas familias a venirse desde Balcarce para participar en el desmonte. Es cuando se comienza a poblar el Monte Grande de Tío Domingo y Los Manantiales.

El turco Nasif Flores fue el primero con visión comercial que instaló una pulpería. Vendía carne de oveja y a los changarines del monte les cambiaba las astillas por vicios. Instaló mesas de juego y les puso un coimero. Todo bien montado para quedarse con el dinero de los obreros, ignorantes y analfabetos. Algunos de los changarines, más astutos, vieron el negocio de traer mujeres. Para este negocio lo que hay que tener son agallas, porque en un lugar como ese, aislado y donde casi no viven mujeres, al más guapo se la birlan en cuanto se da vuelta.

Los ranchos eran de junco. Desde el puente El Sauquito hasta Los Zorzales se hizo una vía de trocha angosta con dos zorras y una máquina que levantaba las astillas y troncos. Carreros como Aranda, Chirotte, Zapata, Rivero, Jiménez, acarreaban la leña del monte hasta el terraplén. Cuando llegaba la zorra cargaba los montones que había cada diez o quince metros, movilizándola con una barreta a palanca, porque la máquina – manejada por Lúquez - la dejaba. La leña iba a la estación, y en el tren “Juanchero” desde allí a Buenos Aires.

El capataz del obraje era don Braulio Espíndola. El trabajo era cruel, de sol a sol y apenas se terminaba un abra entraban los tractores con arado de disco a romper la tierra virgen. La mejor tierra del mundo. Gerardo Mateo decía que para la colza y el nabo no hubo mejores tierras.

Al cabo del día, en el boliche de Nasif, Santiago Piñero pesaba la leña al hachero y la canjeaba por mercaderías, carneaba, despachaba vino de damajuanas, suelto. A las mujeres que venían a buscar la carne él se la ponía al cuello, así nomás, sin envolver.

El Comadreja, El Chito y el Chelo Arriola – sobrinos de Piñero - estaban allí con sus respectivas hembras y el tío dos por tres pedía alguna para llevarla a su rancho. Un día El Chelo le negó su mujer y se pelearon por La Gringa en brutal duelo. Piñero se enredó con una raíz y el Chelo lo quiso matar. Pero la mujer le dio un empujón y pacificó:

-Dejalo, me voy con él y en un rato vuelvo.

Me doy cuenta al leer esto, con gran pena, que eran estas mujeres sufridas, a las que la vida les había negado absolutamente todo. Eran castigadas por los borrachos, -maridos o clientes- perseguidas por prostitución, saqueadas por sus chulos, cautivas y esclavas. Esa “Gringa” seguramente debió ser de las que engañaban los traficantes de blancas en Polonia con promesas de casamiento y las vendían al llegar.

En una chacra de Telly Miranda – sigue contando Cuero Crudo - había varias mujeres que salían por los obrajes, obligadas a buscar clientes. Estos sobrinos con su tío tuvieron en un puño a toda la colonia durante años. Memorables fueron los planazos y garrotazos de aquellos taitas del arrabal de Madariaga que fueron a parar a ese obraje. (*)

Más adelante, en la plazoleta de Los Manantiales se instaló Lucía Madrid con boliche y carreras cuadreras. Tampoco su clientela fue selecta. Casi al mismo tiempo puso otro boliche Santiago López y después llegó Bas Aumiral. El monte se fue terminando, el rancherío comenzó a desaparecer, fueron llegando los chacareros a labrar la tierra y llegó el progreso al lugar. Montenegrinos y gringos de todas las razas se instalaron para formar una nueva sociedad, más normal, más familiar. Tenían el tren para sacar los productos y eran felices trabajando. Pero se fue el tren. Sin él, fueron cada vez menos.

ESTANCIA LA ANGÈLICA DE ANTONIO PORRETTI
FUE PARTE DE LA HERENCIA DE LUÍS GUERRERO, LE CORRESPONDIÓ POR SUCESIÓN A SU HIJA,MARÍA CRISTINA GUERRERO Y LAVALLEJA, QUIEN VENDIÓ A ANTONIO PORRETTI.






1896 –Fallece Carlos José Guerrero y Reissig. Hereda la totalidad del campo su esposa Felicitas Cueto y Montes de Oca.


1906 - El 8 de noviembre fallece Felicitas Cueto de Guerrero a los 84 años. Su hijo Luís Guerrero hereda el casco de Juancho con 6.871 ha. Sólo unos días después, el 27 de noviembre, fallece Luís a los 54 años, recién casado en segundas nupcias.


1907 – María Cristina Guerrero y Lavalleja, hija del primer matrimonio de Luís Guerrero - con María Lavalleja, de nacionalidad uruguaya, hija del patriota del grupo de Los 33 Orientales - hereda la mitad del campo de su padre en Laguna de Juancho. La otra mitad corresponde a su segunda esposa, Adela Pérez del Cerro de Guerrero.


1914 – Antonio Porretti, hacendado experimentado, con otros propiedades rurales en Alem, Casalins, Lavalle y Maipú, compra el 16 de julio de ese año a Ma. Cristina Guerrero y Lavalleja la propiedad heredada de 3.530ha., 37a. y 20ca. Designada con la letra “A” en el plano de subdivisión realizado por el perito Enrique Glade, fue adjudicada por sorteo a la parte vendedora el 10/12/1910 y protocolizada por el juez Fernández Blanco en 1911. Porretti bautiza “La Angélica” a su propiedad.


1917 – El 28 de agosto Porretti arrienda parte del campo con opción a compra a los señores Cayetano y Ernesto Muglia.


1918 – El 4 de febrero los arrendatarios compran 1560 ha. del campo “La Angélica” a Antonio Porretti valuadas en $120.000 m/n.


1919 – Porretti firma un permiso a Ferrocarril Sud en la persona de Esteban Arenillas para construir un desvío industrial en su campo hasta el de Muglia a fin de extraer el monte de leña de ambos.


1921 - Vencido este permiso, Porretti no lo renueva porque considera que la línea que pasa por su campo está siendo usada por el ferrocarril en especulaciones comerciales para acceder a otros campos no especificados en el acuerdo y solicita el levantamiento de la vía. Esto le ocasiona un incidente legal con Muglia, con quien, en el momento del arrendamiento se había firmado una servidumbre de paso que éste alude como razón para continuar con su obraje y el traslado por ferrocarril.


1930 – La Cámara de apelaciones de Dolores falla a favor de Porretti porque la servidumbre prescribió al terminar el arrendamiento y quedó probado que Muglia se había comprometido a levantar las vías a su costo al terminar el contrato. Al venderse el campo en 1918, dicha cláusula de servidumbre de paso no existió. Se condena a Muglia a pagar $1050 por año desde 1922 más intereses hasta que sea saldada la reparación.


1930 – Leo en una nota firmada por Porretti, que desiste de toda acción contra Muglia, o a percibir ningún dinero. Evidentemente hay una oferta para seguir con la vía por parte del ferrocarril. Es indudable que era la parte interesada, ya que sus máquinas se alimentaban con el carbón y la leña de los obrajes.


1932 – Leo una carta del arquitecto Augusto Huguier -mediador entre Antonio Porretti y el ferrocarril- dirigida al Gerente de F.C.Sud, Robert Stuart, donde, continuando con una conversación ya avanzada, propone el mediador:


1- Participar en la solución ofreciendo al ferrocarril un terreno de su propiedad en donación en el Balneario Atlantic City-Ostende de 826.43m2 por valor de $ m/n11.019, que el ferrocarril destinará a Colonia de descanso o Club para el personal, u otro que desee. Ubicado en Manzana uno, fracciones a, b, c y d de 26 m frente al Océano. *


2- El Sr. Porretti reduce la suma solicitada de $50.000 a $45.000 por la compra – por parte del ferrocarril - de 28 ha. de terreno afectado a la vía, a dos caminos laterales y a la estación.


3- Al recibo del dinero el Sr. Porretti ordena telegráficamente la suspensión del levantamiento de la vía.


4- Toma de posesión inmediata y uso por parte del ferrocarril.


5- Suspensión de juicios y reclamos a ferrocarril y a Muglia.


6- El ferrocarril realizará las obras en el plazo de 6 meses.


7- Las calles serán abobedadas, alambradas y con pasos a nivel, con desagües y tránsito público. No podrán ser cerradas nunca.


8- Planos a cargo del ferrocarril con lo enumerado, así como gastos de escrituración.


9- He conseguido de la sucesión Manuel Guerrero permiso para sacar cuanta arena necesite el ferrocarril para hacer las obras.






*N de la A: Esta nota del mediador que ofrece el terreno en Atlantic City-Ostende, llegó a mí en un borrador firmado con las iniciales “A H”, que corresponden al arquitecto Auguste Hughier, uno de los dueños del Atlántic City – actualmente Albergue de la Juventud - cuya mayor preocupación era el aislamiento que le conferían los médanos a todos sus emprendimientos. La lucha por el ferrocarril era primordial.


LOS MANZANARES. GRAL. MADARIAGA

La firma de Sidra La Victoria fue fundada en 1911 por mi abuelo Manuel Otero, español de Galicia, de lo que originalmente fue un gran almacén importador en Avenida de Mayo y Chacabuco. Hasta su muerte, él presidió la firma. Le sucedió mi padre, Manuel Ángel, al frente de la empresa entre 1957 y 1978, a quien sucedió Guillermo Giambastiani, nieto del fundador, en entre 1978 a 1987.


La sidra que se consumía en nuestra tierra era importada de España en su totalidad. Cuando fue posible fabricarla en Argentina se fundó la firma Sidra La Victoria en Gral. Madariaga.

Corrían los años 40 cuando mi padre, quien ya se había incorporado a la empresa familiar, recorrió la zona y en especial las exitosas plantaciones de manzanas de Macedo y Charles.

Estancia Los Manzanares

La estancia de Los Manzanares debió su nombre a esas plantaciones, no demasiado extensas inicialmente, pero a las que se fueron incorporando parcelas hasta sumar 350 hectáreas. Al momento de la compra (estimo que en la segunda mitad de la década del 40) el establecimiento contaba con un antiguo casco formado por una casa principal, piezas para los peones y unos galpones para las maquinarias agrícolas.

Allí vivía Don José O‘Hauss, administrador con los dueños anteriores que continuó con los nuevos propietarios. Este hombre (imponente por su altura y su personalidad) era alemán de nacimiento y amigo de Don Carlos Gessel así como vinculado a otros antiguos miembros de la colectividad alemana de la villa y de Pinamar. Años después, siendo muy mayor, podía vérselo desafiando los caminos vecinales y el trazado antiguo de la Ruta 11, al volante de su Ford A transformado en chata, aún en los días en que la lluvia los tornaba casi intransitables.

LA FÀBRICA

Comenzó a construirse en 1950. Era un edificio de ladrillo y techo de losa con un cuerpo central de alrededor de 70 metros de largo, un sector adyacente, y un edificio para las usinas. El complejo industrial de la Bodega nº 2 (la Nº 1 era la de Capital Federal) también contaba un edificio para el encargado y su familia y con dependencias para personal de la empresa y trabajadores ocasionales durante la molienda. Con el tiempo, se construyó una pequeña vivienda para permitir alojarse al personal jerárquico de la firma. En los primeros años, tanto el Ingeniero Bardi como el Dr. Onetto, químico, supervisaban esa primera etapa en la elaboración de la sidra.

La estancia desarrolló simultáneamente actividades ganaderas, llegando a contar con cerca de 500 cabezas de ganado. Este aspecto de la actividad era dirigido por Don José O´Hauss, a quien le sucedió Don Juan Domingo Lambertucci. Este fue un vecino de Los Manzanares que durante años presidió la Cooperativa Agroganadera de Madariaga.

Si bien ocasionalmente se sembró en algún potrero trigo, maíz o papa, prevaleció la explotación ganadera de cría. Recuerdo a los puesteros Juan Clavero, su sobrino de apellido Rojas y Daniel Ballo, quienes realizaban las tareas propias de este tipo de explotación.



DON JOSÈ, EL ALMA DE LA FÀBRICA
En la planta industrial, la molienda se hacía desde febrero hasta abril o mayo.

El “alma de la fábrica” fue su encargado, Don José Pérez. Este valenciano que había llegado en los años 50 a nuestra patria, acompañó toda la historia de la fábrica, porque llegó a poco de comenzar a funcionar y estuvo hasta su cierre y venta definitiva.

Él dirigía el ininterrumpido y maravilloso proceso que iba desde la descarga y lavado de las manzanas, el fraccionamiento y elaboración del primer jugo en la prensa, la limpieza de los grandes discos donde quedaban los restos de manzanas trituradas (como un puré gigantesco…) y la limpieza posterior de todas las maquinarias y del lugar, para volver a recomenzar al otro día. En los años posteriores, él velaba por la limpieza y mantenimiento de las cubas de madera y del proceso de estacionamiento de esos deliciosos zumos que albergaban. A pesar de tanto trajín, él siempre encontraba tiempo para su pasatiempo preferido: la quinta. A la vera de la fábrica cultivaba don José deliciosas y delicadas hortalizas. Luego de su jornada laboral o en los fines de semana, encaminaba sus pasos pala y azada al hombro, para poder luego tener el gusto de convidar.

“Pérez” (como todos lo llamábamos) vivió en Madariaga con su esposa Doña María desde su retiro. Gracias a una herencia familiar pudo comprar una casa. Testimonio viviente de su trabajo, honestidad y dedicación es esa familia formada por el matrimonio y sus hijas Pepita y Ana María, sus nietas, nietos y bisnietos. Todos ellos nos honraron siempre con una amistad, cariño y lealtad que fueron mucho más allá de la relación laboral.

Al mermar la producción de manzana en la zona, la firma decidió establecer una nueva bodega en la zona del Alto Valle de Río Negro, en la localidad de Cipolletti. Así, comienzos de los años setenta, se delineó y construyó la Bodega Nº 3. Ese desplazamiento geográfico de la producción a la zona del Alto Valle, restó trabajo a la planta de Madariaga, que pasó a ser un lugar donde maduraba el jugo de manzana como paso previo a la última etapa que se hacía en la planta embotelladora de Buenos Aires. A partir de esa etapa, el personal que siguió trabajando en la fábrica fue mínimo.


LA FÀBRICA CAMBIA DE UBICACIÓN
La sidra, siendo un producto apreciado y tradicional en el gusto de los argentinos, siempre tuvo un consumo que podríamos denominar “estacional”, es decir, muy vinculado a las fiestas navideñas y de fin de año y a algún acontecimiento familiar ocasional. Pese a los esfuerzos empresariales, resultaron prácticamente infructuosas las estrategias destinadas a “ensanchar” ese mercado y darle continuidad a lo largo del año.

Otros factores se sumaron para hacer que las dificultades financieras fueran creciendo y así fue que se decidió vender la mayor parte del campo, dejando sólo el predio de la fábrica con unas pocas hectáreas que lo rodeaban en 1980.

Los nuevos propietarios de la estancia la llamaron “La Madrugada”.

En 1984 se vendió la fábrica y sus hectáreas adyacentes y la empresa La Victoria pasó a tener nuevos dueños en el año 1987.

Me resulta imposible poder trasmitir aquí todas las vivencias que guardo de mi familia en esta tierra tan querida. Para todos nosotros los Manzanares - y a partir de él toda la zona - se volvió un lugar profundamente entrañable, con el que establecimos un vínculo afectivo que permanece intacto hasta hoy. En distintos momentos del año, especialmente en las vacaciones estivales, ese lugar era un verdadero remanso para nosotros.

De los recuerdos que podría rescatar de la memoria del corazón, podría mencionar el inconfundible perfume de las manzanas que emergía de las bolsas e inundaba el predio durante la molienda; la hacienda que se acercaba a la bebida cada día para recibir el delicioso “suplemento” de los restos de manzana que allí eran arrojados luego de la molienda; nuestras incansables andanzas en un Jeep doble tracción, “barreando”, desafiando los médanos o uniendo Pinamar y Mar de Ajó por la playa (cuando no “rescatando” con una cuarta algún micro de las Empresas Antón o Río de la Plata, encajados en la ruta 11 después de una lluvia y yendo o viniendo de Charles…); mis primeras experiencias cómo aprendiz de cazador, animándome a las liebres, perdices y hasta palomas del monte…los asados en aquella “churrasquera” de adobe y paja que mi padre construyera, y que se prolongaban en animados partidos de truco donde él, Don Juan Lambertucci, Pérez y yo nos “sacábamos chispas” entre envidos, trucos y refranes….

Cómo no recordar también aquellos gloriosos días de fiesta campera, donde el apartar, seleccionar un lote para la venta, vacunar, capar o arrear la hacienda, nos introducía en los misterios de esa sobria alegría que embarga a los paisanos en esas faenas, mientras el asado al asador parece ser vigilado por alguien invisible…

Aprender casi naturalmente aquella sentencia paisana que afirma que a un campo sólo se lo conoce bien de a caballo, para abrirse luego a una verdad más profunda. Aquella que Don Ata retrató con tanta belleza y exactitud:

“Campo afuera y cielo lindo,

¡ch’a que es lindo galopear!

Y sentir que adentro de uno

se agranda la inmensidad…”

(“Para el que mira sin ver”, Atahualpa Yupanqui)

En esas tardes pampeanas de monte de robles y atardeceres, en esas noches estrelladas que presagiaban heladas o días de playa, mi hermana Patricia y yo fuimos también conociendo a Aquel a quien consagramos nuestras vidas y con alborozo, cantan los salmos:

“El cielo proclama la gloria de Dios,

el firmamento pregona la obra de sus manos:

el día le pasa el mensaje,

la noche a la noche se lo murmura” ( Salmo 19)

LA INCURABLE NOSTALGIA DEL PADRE CARLOS OTERO
Y todo eso que Dios iba “amasando” en nuestro corazón a través de la naturaleza, creación y huella suya, cada domingo encontraba en las palabras apasionadas y evangélicas del Padre Carlos Silvestre, su confirmación y un impulso difícil de expresar… Sí, ¡cuánto le debemos a ese hombre!... Con los años, pudimos conocerlo y tratarlo más de cerca y beber del pozo de su sabiduría. A través de él conocimos una familia muy querida para nosotros, los López Melón, una de cuyas hijas, María Amalia, entró en el Carmelo de Mar del Plata y acompaña desde su oración y amistad nuestra vida desde hace más de 20 años.

La partida del Padre Carlos fue una pérdida muy dolorosa. Su recuerdo y herencia, imborrables… Aún permanecen vívidas en mí las imágenes de aquella Misa de despedida y del entierro posterior, donde la vista se perdía en esa interminable caravana que despedía a su pastor… Tampoco he olvidado aquel gesto suyo cuando, recién ordenado yo sacerdote, me invitó a celebrar junto con él unas Primeras Comuniones de Madariaga, en ese mismo templo donde tantas veces lo había escuchado…. Sin exagerar en absoluto, para nosotros Madariaga no sería Madariaga sin él…

Quien lea esta sencilla evocación seguramente atisbará hasta qué punto Los Manzanares y estos pagos del Tuyú están dentro de nuestro corazón. Es justo entonces que como hijo de quien los recorriera por primera vez en aquellos lejanos años 40, pueda testimoniar acerca de tantas horas felices vividas allí y de la bondad y laboriosidad de tantos hermanos. Por eso también puedo afirmar humildemente que el decaimiento, ocaso y venta de la fábrica y del campo significó para nosotros no sólo compartir el dolor por el inocultable perjuicio económico para la zona, sino también un desgarrón por perder un lugar entrañable. Sin embargo, sentimos que no se ha perdido del todo: vive de verdad en nuestro corazón y ya nada ni nadie podrá borrarlo de allí…
Gracias a todos, en nombre de mi padre y mi madre que ya “se fueron para el silencio” y en el de Mónica, Patricia y el mío propio.
Reverendo Padre Carlos Manuel Otero

NOTA DE LA AUTORA: Esta fracción perteneció a la estancia San Martín, heredada por Antonia Guerrero de Albarellos en la sucesión de los Montes Grandes de 1907. San Martín pasó a integrar, en su mayor parte, la sección quintas de General Madariaga. Hoy vemos en al plano rural del año 2004 de General Madariaga, que El Manzanar ha cambiado su nombre por el de La Madrugada y pertenece a Goypun conservando sus 270 has. Iniciales. Aún se ven, en su frente sobre la ex ruta 11, los galpones donde otrora se fabricara la prestigiosa y exquisita Sidra La Victoria.


ESTANCIA LAS LOMAS
DE PIÑEIRO PEARSON
Perteneció a los campos de Martín de Alzaga, aquellos legendarios Montes Grandes, inmensos y salvajes. La estancia llamada “Juancho Viejo” se extendía a través de los actuales territorios de Pinamar, Ostende, Valeria del Mar, Cariló, General Madariaga… 40 leguas de llanuras humedales, montes de tala, lagunas, todo ello junto al médano y la playa. El mar era el fin de todo, era su defensa y su barrera, era, en ese momento del siglo XIX, la orilla ignorada, la ribera improductiva del “fondo de campo”.


A la muerte de Alzaga, la bella viuda Felicitas Guerrero tomó a su cargo estos campos, ayudada por su hermano Manuel. Felicitas venía en diligencia, desde “La Postrera” a “Juancho Viejo” a campo traviesa, ya que no había caminos ni alambrados, recorriendo y supervisando los puestos de La Invernada , El Rosario y Martín García.


Felicitas murió trágicamente muy joven, la heredan sus padres Carlos José Guerrero y Felicitas Cueto a quienes a su vez suceden sus hijos, los hermanos de Felicitas.


Manuel Guerrero obtiene así parte de “La Postrera”, donde edifica la hermosa “Villa La Raquel” en Castelli, en honor a su mujer Raquel Cárdenas. Esta propiedad fue donada a un Conservatorio de música, por Valeria Guerrero de Russo, que falleciera sin descendencia


Dentro de la herencia de Manuel Guerrero estaba “La Invernada” , cuyo territorio se reparte hoy entre Pinamar , Ostende, Valeria del Mar, El Talar, y “Las Lomas” de Delia María Bosh de Piñeiro Pearson, excelentes campos agrícola-ganaderos a los que se accede en el camino de General Madariaga a Juancho: el camino de tierra que antaño nos llevaba a Villa Gesell.


Manuel Guerrero fue un pionero entusiasta que hizo acuerdos con el Ferrocarril Sud para aprovisionamiento de arena, carbón y leña, con lo cual logró y diagramó la prolongación de las líneas férreas, llevándolas hasta sus médanos, en el lugar que se llamó en ese momento Punta de Rieles, donde hoy está el destacamento de la policía caminera en la rotonda de acceso a Pinamar. Así logró acercar un transporte a Ostende, las tierras que había vendido a una empresa Belga que iniciaba ese emprendimiento.


Ya desde 1924, en el período de posguerra se utilizaba el tren para acarrear la leña de los montes de tala, que los estancieros vendían a los ingleses para suplantar el carbón.


En 1949, Valeria Guerrero, heredera de estas tierras, junto a su esposo Juan Pablo Russo, debieron defender este logro, ya que las vías de General Madariaga a Pinamar iban a ser levantadas. Lograron no sólo que corriera el Huemul- el primer tren de pasajeros- que, al no haber caminos confiables, fue factor de progreso de los balnearios.


Los herederos de Manuel Guerrero fueron tres de sus hijos, ya que Manolo había muerto sin descendientes.


* Valeria Guerrero de Russo, a quien le quedó “La Invernada” y “El Rosario” , que hoy son “El Talar”, Pinamar, Valeria del Mar, Ostende.


*Marta Guerrero de Piñeiro Pearson a quien correspondió “Las Lomas”


*Bebe heredó “Felicitas” en la estación Juancho.


Marta Guerrero de Piñeiro Pearson, tal como hiciera su legendaria tía Felicitas, pero contando con la ayuda de sus hijos Luís y Carlos, tomó a su cargo con decisión “Las Lomas”.


En poco tiempo fue éste un establecimiento exitoso, dedicado a la cría de Aberdeen Angus, donde se practica también la agricultura, se crían ovejas y se realizan actividades de tambo. Su esposo, Miguel Piñeiro Pearson fundó y estuvo al frente de la cabaña de Aberdeen Angus.


Marta Guerrero de Piñeiro Pearson, sin desoír el duende fundador y participativo que lleva adentro su estirpe, estuvo presente en la fundación de la Iglesia Nuestra Señora de la Paz de Pinamar, a la que donó el sagrario que está en la pared detrás del altar y el Cristo tallado en madera.


Hoy “Las Lomas” se encuentra dividida entre tres de sus cuatro hijos:


Carlos conservó el nombre Las Lomas porque quedó con las dos casas principales y el galpón que fuera para la antigua esquila y depósito de lana del casco de la estancia.


Vecina al casco, su hermana Eleonora fundó “Don Miguel”.


Luís, al un lado del casco, recibió el campo que llamó “San Luís”, hoy propiedad de su mujer Delia Bosch de Piñeiro Pearson y sus siete hijos. Esta familia, descendiente de los primeros estancieros del Partido, continúa en posesión de su herencia.






































6 comentarios:

  1. quisiera saber referente a la entrevista de Arrechea, si una de las estancias se llamaba "el tartagal" mi abuelo fue arriero de la hacienda, el patron era don bautista arrechea en la decada del 30. gracias muy lindos recuerdos, y de ser posible donde estaba o esta ubicada la estancia. graciass..!!! albert3644@hotmail.com

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  2. Me he deleitado de las historias que aquí se pueden leer... es apasionante...
    En gratitud por el bello momento que pude disfrutar y que seguramente disfrute al leer otros artículos del blog te ofrendo un poesía de estas que el cielo me inspira...
    Gracias Cristina...

    La noche se torna abismal
    En su insondable abundancia
    Y en el tapiz misterioso brizna la fragancia
    Miríadas de sueños del ser de Humanidad
    Sembradores de agua en luz
    Cultivadores hijos de la belleza
    Plantadores a conciencia o sin ella
    Y entre todos ellos… este amor y tú
    Si vives la integridad vibras el sin tiempo
    Cuando la armonía es fugaz
    La belleza es apenas un momento
    Si al contemplar osas pensar
    Las emociones nublaran lo bueno
    La eternidad de amar
    Muta en tiempo por el miedo
    El amor incondicional
    Es la forma aún estando ciego
    Si aprendiste a jugar
    Jamás te hieres por ir perdiendo
    Por que la magia está en cantar
    Jamás en los valores ajenos
    La inteligencia es tu única seguridad
    Y ella se expande siempre en lo incierto
    Sintonizado a la fuente de investigar
    El maestro del corazón es pleno
    Sin exámenes a los demás
    Por que el valor está en irlo haciendo
    El yo soy es la creatividad
    Que te impregna como un misterio
    Si no vives lo que crees de verdad
    El encanto será irte mintiendo
    Allí no vibra la integridad… estás en el tiempo
    La desconfianza sopla sin cesar
    Desgastando el eco del eterno
    Cuando pulsa visionar más allá
    Cuestionar manifiesta lo nuevo
    Por que en la Tierra todo es novedad
    Y se requiere mucha inteligencia hacerlo
    Y la inteligencia no está en las reglas
    Y se expande siempre en lo incierto
    Ordenar es saber que no hay autoridad
    Ordenar es discernir los reflejos
    Ordenar implica no valorar a los demas
    Ordenar es asumir los propios miedos
    Y los mas importarte de ordenar
    Es no simplemente reconocerlos
    Sino invocar la integridad
    De hacer algo con ellos
    Así solo se puede ofrendar
    Haberse auto generado a nuevo
    Del letargo de no animarse a volar
    Del letargo de vivir queriendo
    El cósmico es el místico amar
    De un propósito con muchos dedos
    De sanar para siempre crear
    De sanar de todo lo viejo
    Así se trasciende hacia “el iluminar”
    Como lo hace un sol que es pleno
    Sin condiciones, sin pasado
    Sin tiempo…
    Gracias por tanto amor en tu trabajo de investigación y ofrenda a quienes quieren aprender...

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  3. Hola..me encanta leer sobre la historia de la flia Guerrero, ya que mi papa Arturo Roberto Cerro trabajo en la estancia Juancho y de chica conoci a Hector Guerrero y la maqueta de su proyecto de Carilo en la antigua casona de la calle Juncal.
    Tambien mi nombre Ernestina esta relacionado con la flia ya que la esposa de Hector..Ernestina Quesada de Guerrero fue madrina de mi padre.
    Guardo en mi memoria los recuerdos de la historia fliar de los Guerrero que mi padre tanto quizo y que Teresa Guerrero nombra en su libro a Cerrito apodo que le dieron a mí papa por su altura.
    Mil gracias por mantener viva la historia fliar

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  4. ESTIMADA, CRFECÍ EN LA ESTANCIA SAN JOSE,DE MI BISABUELO JOSE QUINTEROS,COMPAÑERO DE PEDRO CASTELLI EN EL GRITO DE DOLORES Y LOS LIB RFES DEL SUR,FRENTE A ALMACEN PAVON,MI ABUELA ANAHORCADE FUNDO LAS MAGARITAS,LUEGO DE MUJCHOS AÑOS LLADO MAR DE AJO,ALREDEDOR DE 1905,LEVANTÓ LOS TRES PRIMEROS RANCHOS DE LA COSTA. EN LA ESTANCIA TENÍA ESTAFETA POSTAL,VENÍA DE MADARIAGA UN TAL E.GUEVARA,EN CHARRET CON CUATRO CABALLOS PARA PASAR LOS PANTANOS,Y ERA COMO UNA FIESTA IR A BUSCAR LOS DIARIOS Y LAS CARTAS. TAMBIEN TENIA HORNO DE LADRILLOS,QUE J.CHIZZA COMENZÓ SAN BERNARDO LO ALCANCÉ A CONOCER CUANDO TRAZABA LAS PRIMERAS CALLES. PUEDO ENVIAR FOTOS DE LOS RANCHOS EN LA COSTA. MUCHOS SALUDOS, JUAN FRANCISCO SICCARDI QUINTEROS.

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    1. Hola que tal estube leyendo la nota y me encuentro con tu comentario te cuento que somos parientes me llamo José Quinteros en honor a tu bis abuelo yo sería bis nieto de Cayetano Quinteros te dejo mi mail josequinteros568@gmail.com

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  5. me he deleitado co estas páginas porque he podido revivir algunas historias de mi juventud porque he sido amiga de algunos de ellos y sigo siendo amiga de otros....los felicito!!!!!!

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